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¡A bañarse!: ¿Quéeeeeee? ¿Quitarse la ropa un leóooooon?

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¡A bañarse! de Taro Gomi
Edición y título original (japonés): Sora Hadakanbo, 1987
Faktoria K de Libros, 2007 (Traducción: Maki Fukuhara)

Haz clic arriba para escuchar cómo leemos ¡A bañarse!

¡A bañarse! es gracioso, es juguetón, abre las puertas a un posible concepto de travesura "aceptable", juega con la interpretación perceptiva, crea un clima bien definido, un personaje bien definido y, por último, logra ser tierno sin ser cursi. Cada una de estas cosas por su cuenta ya sería un logro. ¡Todo junto es para tirar cohetes!   

¡A bañarse! es un paradigma de esa sencillez tan escurridiza y compleja que tanto se busca y tan rara vez se consigue. ¡Nos entusiasma!

El texto
¡A bañarse! es la historia del baño de un niño llamado Taro, desde que su madre le pide que se desvista hasta que sale del baño ya limpio y goteando, listo para secarse (aunque no se "seca" hasta las guardas finales). Cual matrioska, el niño se nos presenta (y cada vez nos lo creemos) como un león, como un oso con ropa humana, como un oso sin ropa y por fin como niño desnudo, listo para el baño. La madre aparece mediante voz en off y le acompaña también un gato, el -se diría que reacio- compañero de juegos de nuestro amigo. 

Las ilustraciones
Las ilustraciones coloridas sobre fondo blanco de ¡A bañarse! logran expresar emociones e intenciones casi exclusivamente mediante la posición de las pupilas de los ojos, quedándose el resto del rostro absolutamente idéntico. Me recuerda a la simplicidad de Dick Bruna, aunque aquí vemos arrugas e irregularidades en el trazo, pero se parecen en el sentido en que logran reducir los trazos a los mínimos estrictamente necesarios para la expresión.

Nos encanta el gato que acompaña al niño, a veces agobiado, a veces curioso, a veces entretenido, a veces sorprendido y a veces entrando en el juego y casi imitando las posturas del niño. Sirve a la vez de contrapunto y de reflejo del niño. 


El leoncito juega con su amigo el gato, cuando le llama su madre: "León!, ¡a bañarse! Quítate la ropa": 

Aquí se la empieza a quitar. "¡Paf! Fuera. 
Y sigue: "Desabrochamos la camisa y sale enseguida". 

Y llama a su madre, orgulloso. "¿Ves, mamá? Ya estoy desnudo. Voy a meterme en la bañera". 
Pero al advertirle su madre de que es un oso y que debe desvestirse, prosigue. ¡Zas!, ¡ya está!, quitada. Otra cosa fuera. 

Y ya por fin en el baño, lavándose bien y pasándolo bomba. 

Nos encanta también la contraportada: 
Disfraces de la mano
Las guardas son estupendas, con trazos blancos sobre fondo oscuro. En las delanteras el niño-oso-león juega con su gato (con aspecto de estar algo harto) a asustarlo y perseguirlo. En las traseras, el niño con la toalla puesta a modo de fantasma, juega también con el gato. El gato parece un poco harto también aquí, pero es el propio gato que le tira de la toalla para que le persiga. 

Lectura en voz alta
¡A bañarse! es un libro estupendo para leer en voz alta, tanto de uno a uno como a grupos.  

Está repleto de onomatopeyas: ¡paf!, ¡zas!, ¡plof!, ¡plis plas!, ¡splash splash!, glub glub; tiene repeticiones que inducen a la participación: ¿Quéeeee? ¿Quitarse la ropa un leóooon? / ¿Quitarse la ropa un osooooo?; y una amplia gama de gestos físicos que llaman a la imitación. Se puede leer sentado, pero también da mucho juego de pie, emulando los movimientos de Taro. 

Es un libro para mirar a la vez que se escucha, desde luego, donde el asombro ante cada giro perceptual (de león a oso, de oso a niño) provoca muchos ¡aaah! y ¡oooh!, alguna risa y muchas sonrisas.  

A mi hijo le encanta la imagen en la que Taro se quita los calcetines. Y, en general, le gusta mucho el gato y se entretiene viendo y preguntando qué hace en cada imagen, o por qué hace lo que hace. 

La grabación queda coja y no tiene demasiado sentido sin las imágenes. Recomiendo sacarlo de la biblioteca o comprarlo. No lo he leído a un solo niño o niña a quien no le haya encantado. Aunque la edad recomendada de la editorial es cinco años, es un libro que puede leerse en voz alta a bebés y en adelante.  

Qué nos gusta de ¡A bañarse!
A mi hijo le sedujo ya la portada. ¡Un león! ¡Qué bien! Ya adentrados un par de páginas en la historia le pudo el asombro y se empezó a reír. Pero no era una risa de carcajada, sino de sonrisa maravillada, de ajuste de percepción, casi gestáltico. Y que no ocurre una sola vez, sino varias, cada una tan efectiva como la anterior. 

También le encanta el baño, con el agua hasta arriba y salpicando a más no poder, sin que nadie venga y le diga que no salpique, que no moje el suelo del baño, que no... Le encanta la escena en la que sale del baño todo lleno de espuma y sigue jugando "Mira, mamá: soy un león de espuma, soy un oso blanco". Le encanta en definitiva el juego, las travesuras aceptadas por una madre que en ningún momento le riñe, e incluso participa en el juego ("¡Oh no! Pero si eres un oso.").   

A mí me gusta, como digo al inicio, que abra las puertas a un posible concepto de travesura "aceptable",  que la madre con la voz en off participe del juego y respete los tiempos (a veces interminables) que los niños necesitan para hacer lo que uno les pide en lugar de perder la paciencia o recordárselo cada dos por tres. Me gusta la complicidad establecida entre Taro y esa madre a la que nunca vemos, pero cuya actitud es una condición necesaria para que tenga lugar la sucesión de transformaciones y el proceso entero que narra el libro.  


Me gusta que el juego está siempre en todo momento por encima de ninguna lección o enseñanza. 

Por eso, describir ¡A bañarse! como un libro para enseñar a los niños a desvestirse y a bañarse solos, puede que se refiera correctamente a una de sus "ventajas colaterales", pero lo reduce a algo que precisamente no es e instrumentaliza la literatura de forma que garantiza con total certeza que el niño acabará hasta las narices de ella. Dejemos de dar lecciones constantemente a nuestros hijos y permitámosles que lean por el simple hecho de disfrutar. Si en ese proceso ven algo positivo que les inspira a la imitación, pues muy bien. Pero no elijamos los libros por las lecciones que dan. Por favor. ¿Leemos nosotros novelas para que nos den lecciones prácticas para la vida o más bien para disfrutar de un buen libro? Pues eso.

Este libro forma parte del aprendizaje de algo infinitamente más complejo y difícil de enseñar que desvestirse o bañarse solos. Forma parte del aprendizaje del disfrute de la literatura.  

¡Hala! ¡A disfrutar!

(c) de todas las imágenes, Taro Gomi, 1987
(c) del texto, Ellen Duthie, 2012. Cópialo o reprodúcelo si quieres, pero por favor sé buena gente y cita la fuente (autora y blog). 

El Bunyip: ¿Qué soy? ¿Qué soy?

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El Bunyip
Escrito por Jenny Wagner e ilustrado por Ron Brooks
Traducción de Carmen Diana Dearden y Verónica Uribe
Ekaré, 2012
Título original: The Bunyip of Berkeley's Creek
Primera edición: Longman Young Books, Melbourne, 1973
Nuestra edición: Bradbury Press, 1977



Haz clic arriba para escuchar cómo leemos nosotros El Bunyip (en inglés). 

(Esta reseña está basada en la versión original en inglés, aunque en las citas he incorporado la traducción publicada en castellano por Ekaré.)

El Bunyip es un libro que recuerdo con mucho cariño de mi propia infancia, así que me emocioné bastante cuando encontré un ejemplar en inglés de segunda mano hace unos meses y me emocioné incluso más al comprobar que cautivó a mi hijo desde el primer momento. "¡Otra vez!, ¡Otra vez!, ¡Otra vez!"

Y me emocioné bastante también al saber que Ekaré iba a publicarlo en castellano este otoño.

El Bunyip es un cuento impresionantemente ilustrado, maravillosamente filosófico, sobre la identidad, el prejuicio y, en última instancia, sobre el reconocimiento del yo en y a través de otros, protagonizado por un bunyip existencialista.

El texto
'Una noche, muy tarde, sin razón alguna, algo se movió en el pantano negro al fondo de la quebrada.'

Resulta ser algo "muy grande y enlodado" desesperado por saber qué es. No para de preguntar "¿Qué soy?, ¿Qué soy?". Y sigue: "¿Qué soy?, ¿Qué soy?, ¿Qué soy?". Un ornitorrinco le revela que es un bunyip. Pero entonces el bunyip quiere saber más. "¿Y a qué se parecen los bunyips?" le va preguntando a todo el que se encuentra. "Son horrorosos", tienen patas con membranas y plumas horribles', le dice un ualabí, y tienen colas horribles y pelos todavía más feos, completa la descripción un emú, y "no se parecen a nada" concluye un científico ocupadísimo sin levantar la vista de su cuaderno, para luego explicar, "mirando por encima de él" que "los bunyips no existen".

"¡Qué lástima! ¡Qué lástima!", murmura el bunyip camino de vuelta a su arroyo, donde recoge sus pertenencias y va en busca de un lugar donde nadie pueda verle y donde pueda ser "todo lo buenmozo que quiera". Por fin encuentra un buen lugar, un pequeño lago, a la orilla del cual saca sus pertenencias y se pone cómodo para pasar la noche.

"Pero muy tarde esa noche, sin razón alguna, algo se movió en el pantano negro al fondo de la poza. "¿Qué soy? ¿Qué soy?", dice una criatura muy grande y enlodada sentada en la orilla.

Y el bunyip, encantado, le dice que es una bunyip y le enseña el aspecto que tiene: 'Te pareces exactamente a mí'.

Las ilustraciones
Las ilustraciones de Ron Brooks para El Bunyip combinan la técnica del plumeado o rayado (hatching), con acuarela.

Una de las cosas que me parecen más increíbles de las ilustraciones es cómo consiguen crear un sentido de lugar tan vivo y tan potente. Durante muchos, muchos años, mucho más allá de mi niñez, recuerdo haber identificado cualquier mención al "outback" australiano con las imágenes paisajísticas de Ron Brooks en El Bunyip. Claro que el vocabulario (hablo de la versión en inglés) -billabong, billy-  ayuda, pero estoy segura de que era principalmente un asunto visual.

Estas dos ilustraciones (y el resto) dan una buena idea de lo que quiero decir:

Antes de empezar el cuento en sí, Ron Brooks nos sitúa.
















Caminando tras la desconcertante noticia
de que los bunyips no existen. 

























También retratan a la perfección los estados de ánimo y las sensaciones. Las ilustraciones comunican con una fuerza poco habitual la perplejidad del bunyip acerca de qué podría ser, su gratitud bonachona hacia el ornitorrinco por revelarle qué es, su emoción cuando están a punto de decirle por primera vez qué aspecto tiene, la soledad de descubrir que a ojos de los demás, los bunyips tienen un aspecto horrible o, peor incluso, sencillamente no existen. Y, más adelante, la sensación reconfortante de haber encontrado un lugar en el que puede ser todo lo hermoso que quiera, el placer de acicalarse y descubrirse pausadamente en un espejo y, finalmente, la emoción de encontrar una compañera bunyip, y de encontrarse a sí mismo en su amiga y a la amiga en sí mismo y la felicidad de poder compartir su condición de bunyip con otra criatura de su especie.

El bunyip pensativo




















El bunyip quiere saber




















La melancolía de la inexistencia

La fascinación y el placer del autodescubrimeinto

La euforia de la compañía y del (auto) reconocimiento.








































































¿No son realmente especiales estas ilustraciones? Los colores (preciosos amarillos, ocres y verdes suaves, con toques de naranja para los atardeceres y de rosa para el rostro del bunyip) son también muy especiales, contribuyendo a la generación del sentido de lugar al que me refería antes. Además, los marcos que encierran el texto me encantan.

Vale, aquí va una más, la última. Esta ilustración va al lado de la ilustración más arriba donde aparece el bunyip recostado, rogando al científico no creyente que le dé una respuesta. Me encantan las pantallas detrás del científico, la expresión de su rostro, y los ojos tristes del bunyip, desesperado por un poco de terapia para el alma.
























Lectura en voz alta
[El comentario a continuación se basa en nuestra experiencia de leerlo en voz alta en inglés.]

El Bunyip es uno de esos cuentos que te hacen bajar la voz inconscientemente nada más comenzarlo. Hay una sensación de misterio al inicio, que pronto se convierte en un sentimiento de intimidad compartida. Tiene una circularidad elegante y satisfactoria, con la aparición del bunyip al principio y la de su amiga al final, una presencia que se anuncia con las mismas palabras: 'Una noche, muy tarde, sin razón alguna, algo se movió en el pantano negro...'.

El diálogo es atractivo desde la primera lectura, incluso para niños muy pequeños. La repetición de "¿Qué soy? ¿Qué soy? ¿Qué soy?" (What am I? What am I? What am I? en inglés) es muy sonora para los oídos de los más pequeños y despierta curiosidad y algo de risa entre niños más mayores. Y lo mismo pasa con '¡Qué lástima!, ¡Qué lástima!" (What a pity, what a pity). Las interacciones con los distintos animales -el ornitorrinco, el ualabí y el emú- y con el hombre también resultan bastante graciosas y sonoras, repitiéndose en las preguntas del bunyip todas las afirmaciones de los animales. "Tienen patas con membranas y plumas", dice el ualabí. "¿Grandes y lindas plumas?", pregunta el bunyip con entusiasmado. "Plumas horribles", dice el ualabí muy seguro.

Dije al principio que tengo muy buenos recuerdos de El Bunyip de mi propia infancia, pero los recuerdos son más de leerlo yo en voz alta que de que se me leyera. Creo que en realidad pertenecía a mi hermana pequeña y creo recordar leérselo cuando yo tenía seis o siete años y ella tres o cuatro.

Es probable que merezca la pena dedicar un post exclusivamente al disfrute y el placer que obtienen los niños de leer en voz alta a hermanos pequeños (y el que obtienen los hermanos pequeños al leerles los mayores), pero por ahora diré que estoy bastante convencida de que mi experiencia de que me leyeran álbumes ilustrados y de luego seguir leyéndoselos yo a mi hermana pequeña (mucho más allá de la edad que se consideraba entonces "adecuada" para leerlos) tiene mucho que ver con la razón por la que nunca dejé de leerlos. Y basta ya de historias sobre mi infancia y sobre mi maravillosa hermana.

El Bunyip es un libro genial para acurrucarse en el sofá o para contarlo a la hora de dormir.

A mi hijo le encanta cuando el bunyip dice "¿Qué soy? ¿Qué soy? ¿Qué soy?" y "¡Qué lástima!, ¡Qué lástima!" y de vez en cuando suelta estas expresiones en otros contextos cuando está jugando o simplemente mientras charla.

También le encanta la ilustración en la que el bunyip se está peinando mientras se mira en el espejo. ¿Será que los niños se identifican con la relación del bunyip con el espejo? ¿Con el uso del espejo como medio para la conciencia de uno mismo y para el auto-reconocimiento?

Este cuento es estupendo para leer de uno a uno o en grupos y cautiva al público desde la primera frase y las primeras imágenes (¿quién esta criatura de la imagen de abajo? ¿qué está pensando? ¿cuál puede ser su historia?).























Otras cosas que nos gustan acerca de El Bunyip

Como muchos sabéis por mi otro blog Filosofía de cuento, siento un poco de debilidad por los álbumes ilustrados con potencial para el debate filosófico. Suelo tratar de evitar duplicar libros en los dos blogs, pero en este caso creo que no voy a poder evitar escribir una entrada con posibles conversaciones filosóficas a partir de El Bunyip. De hecho, he tenido que contenerme en este post para no ponerme excesivamente filosófica.

Así que sí, nos gusta porque tiene mucho potencial para el debate filosófico y para la conversación en general.

Mi hijo (que ahora tiene tres años y medio y tendría unos tres cuando compramos el libro) siempre pregunta: ¿Por qué no mira el hombre al bunyip? ¿Por qué?

La parte favorita de mi hijo (y la mía también) es la interacción con el científico:

El bunyip esperó largo rato, y luego preguntó lento y claro:
"¿Podría por favor decirme a qué se parecen los bunyips?." "Sí,"-le dijo el hombre sin mirarlo-"los bunyips no se parecen a nada". "¿A nada?" preguntó el bunyip. "A nada en absoluto,"-respondió el hombre.
"¿Está seguro?" insistió el bunyip. "Muy seguro", dijo el hombre, mirando por encima de él-. Los bunyips no existen".

No me digáis que"¡Qué lástima!" no es brillante como respuesta a que te digan que no existes.

El Bunyip se publica este mes de septiembre (2012) y estará disponible en librerías a partir de la primera semana de octubre.

Lo recomiendo muchísimo.

(c) de todas las imágenes, Ron Brooks, 1973
(c) del texto, Ellen Duthie, 2012. Puedes copiarlo o reproducirlo si quieres pero por favor, sé buena gente y cita tu fuente (autora y blog). 

¿Qué prefieres... vivir en una jaula con un jerbo o en una pecera con un pez?

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¿Qué prefieres...?
Escrito e ilustrado por John Burningham
Kókinos, 1994
Título original en inglés: Would You Rather...
Primera edición 1978
Nuestra edición (en inglés): Red Fox, 1999



Haz clic arriba para escuchar cómo leemos y hablamos de ¿Qué prefieres...? (en inglés)

Haz clic aquí para escuchar una versión sin "charla" de ¿Qué prefieres...? (en inglés)


La primera persona a la que regalé ¿Qué prefieres...? de John Burningham es una niña muy lista y muy encantadora de nombre Ada, que da la casualidad de que es mi ahijada, pero eso no tiene nada que ver con que diga que es lista y encantadora. Es que lo es. Cuando su madre le leyó el cuento por primera vez, exclamó encantada: "Mamá, ¡este libro es un poquito AS-QUE-RO-SO!"'

¡Y es verdad! Es asqueroso y bastaaaaante tonto, y está repleto de posibilidades magníficas y descabelladas y elecciones duras. 

El texto
¿Qué prefieres...? es simplemente una lista de preguntas graciosas y estimulantes sobre elecciones. John Burnignham pregunta a sus lectores qué les gustaría que rodeara su casa (agua, nieve o jungla) y qué les gustaría tener en el interior (un elefante bebiéndose el agua del baño, un águila robándote la cena, un cerdo probándose tu ropa o un hipopótamo durmiendo en tu cama), qué preferirían que les echasen encima (mermelada, barro o agua), qué preferirían que les obligaran a comer (arañas, babosas, gusanos o caracoles), cómo preferirían pasar vergüenza (con un baile del padre delante de los amigos del colegio o con una bronca de la madre con la camarera de una cafetería) o dónde preferirían perderse (en la niebla, en el mar, en un desierto, en un bosque o en una multitud). 

¿Tiene pinta de ser un poco tonto? Ya he dicho que lo es. Y las ilustraciones hacen que resulte incluso más tonto. Pero aunque es cierto que las preguntas planteadas son primordialmente inductoras de risa, la mayoría de ellas son también bastante interesantes (y divertidas) para pensar sobre ellas, hablar sobre ellas y ofrecer argumentos a favor de nuestra elección en cada uno de los casos. ¿Qué prefieres, que te estruje una serpiente, que te engulla un pez, que te coma un cocodrilo o que te aplaste un rinoceronte? No es fácil la elección y argumentar a favor de nuestra elección es incluso más difícil. Una serie de retos graciosos y tontos que ha encantado a todos los niños a los que se lo he leído (desde los 3 a los 7 años). 

Las ilustraciones
Claro está, el texto no sería tan tonto sin los dibujos. Las ilustraciones de John Burningham, con su característico trazo suelto y expresividad espontánea refuerzan el humor y consiguen hacer que la idea más descabellada o extravagante nos parezca de lo más plausible y natural.  

Seguro que entendéis a lo que me refiero en la siguiente pregunta (¿Qué prefieres... que un elefante se beba el agua de tu bañera, que un águila te robe la cena, que un cerdo se pruebe tu ropa o que un hipopótamo duerma en tu cama?):   


Pues sí, quizás esta noche cuando te vayas a la cama te encuentres un hipopotamo en tu cama y mañana cuando te despiertes, un cerdo quiera probarse tu ropa. ¿Qué hay de nuevo? 

La siguiente es una de nuestra gama de opciones preferidas. ¿Qué prefieres, que te estruje una serpiente, que te engulla un pez, que te coma un cocodrilo o que te aplaste un hipopótamo? 





¿Qué¿ ¿Cómo te quedas? Nosotros siempre tratamos de encontrar maneras de escapar de cada uno de los aprietos ilustrados arriba. En la grabación (arriba), mi hijo dice que prefiere que le coma un cocodrilo "porque un cazador de cocodrilos vendría y le salvaría". Yo digo que prefiero que me aplaste un rinoceronte porque le haría cosquillas en el culo y se levantaría enseguida.

En las siguientes dos imágenes, nos encanta la vergüenza que está pasando el pobre niño:
 


Y las últimas ilustraciones que os mostramos en este post hacen que una serie de ideas ya completamente locas se vuelvan sencillamente tronchantes. "¿Con quién prefieres vivir, con un jerbo en una jaula, con un pez en una pecera, con un loro sobre una percha, con un conejo en una conejera, con unos pollos en un gallinero o con un perro en una caseta?" Haced clic sobre ellas para ver un poco más grande al niño en la rueda de hámster, en la pecera y en la jaula del loro.

 

Lectura en voz alta
¿Qué prefieres...? no es sólo un libro para leer, ¡es un libro estupendo para charlar también! Es un libro para compartir ideas, risas y algún que otro truco secreto para sortear esas elecciones tan duras. Es imposible leer el libro en voz alta sin que los oyentes participen y, al menos en mi experiencia, la participación en este caso tiende a ir mucho más allá de simplemente elegir la opción favorita de entre el conjunto de posibilidades normalmente espantosas.

Anima a los niños a imaginar otros mundo, otros escenarios y otras posibilidades y a hablar sobre ellos mimos en esos escenarios. También les anima a dar razones y mirar las ventajas y desventajas de las distintas alternativas, por muy locas que sean.  

Fue un éxito inmediato (risas aseguradas) desde el principio, pero lo que me parece especialmente interesante es que nuestra conversación es distinta cada vez que lo leemos. Las primeras veces que lo leímos mi hijo respondía de exactamente la misma forma a cada pregunta y esperaba que yo hiciera lo mismo y confieso que temía que el libro fuera uno de esos libros que sólo aguantan una lectura. Pero ahora le divierte mucho cambiar lo que dice y hacer distintos comentarios cada vez qu elo leemos. La grabación muestra una lectura y una conversación, pero es probable que sea completamente distinto la próxima vez que lo leamos. Y eso lo convierte en un libro muy divertido y bastante especial.

Otras cosas que nos gustan de ¿Qué prefieres...?
Me gusta un libro que pregunta cómo sería la vida en la jaula de un jerbo. No lo puedo evitar. También me gusta de verdad y mucho la idea de tener un koala al que leerle cuentos.

A mi hijo le encanta la idea de ayudar a Papá Noel a entregar los regalos y de entrar en un supermercado montado en un toro.

En general, somos muy fans de John Burningham en casa (Mr. Gumpy's Outing es un favorito de siempre, como también lo es La cama mágica y esa estupenda pequeña serie de libritos publicados en los 70, que incluyen The SchoolThe CupboardThe Blanket y The Friend). 

(c) de todas las imágenes, John Burningham, 1978
(c) del texto, Ellen Duthie, 2012.  Puedes copiarlo o reproducirlo si quieres, pero por favor, sé buena gente y cita tu fuente (autora y blog).

Lectura especial navideña de La cocina de noche de Sendak de todo el equipo de Lo leemos así

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¡Lo leemos así os desea 
Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo

Para celebrarlo, hemos preparado una lectura extra especial de La cocina de noche de Maurice Sendak, con la siguiente música: 

Blue Drag de Django Reinhardt (interpretado por Allen Toussaint
"Ruidos de cocina", cortesía de Over the Hillside by Blue Nile
y con la colaboración especial de Ángel Carmona al ukelele. 


¡Esperamos que lo disfrutéis! Podéis leer más sobre La cocina de nocheaquí

Y ya como despedida final a Sendak, aquí reproducimos su estupendo árbol decorado con boles de sopa de pollo de Sopa de pollo con arroz, parte de su Mini-biblioteca.  

¡Felices a la de una, felices a la de dos, felices sopas de pollo con arroz! 

La Sala de las Maravillas: ¿Qué pinta aquí esa piedrecita tan normalita?

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The Room of Wonders (La Sala de las Maravillas)
Sergio Ruzzier
Frances Foster Books. Farrar, Straus and Giroux, New York, 2006
No está publicado en español. 

Pues, no, no cerramos el año 2012 con nuestra selección de los mejores álbumes ilustrados del año, ni comenzamos este 2013 con la próxima maravilla que vaya a aparecer este año. El caso es que este blog de verdad se centra en lo que leemos y disfrutamos, así que no prestamos mucha atención a las fechas de publicación. 

La Sala de las Maravillas (The Room of Wonders) se publicó en 2006. Está descatalogado. Ni siquiera se ha publicado en español. Pero es que La Sala de las Maravillas no es bueno; es magnífico. Y no se merece estar descatalogado, ni tampoco que no se haya traducido a otros idiomas. ¡He dicho! 

Éste no es el primer libro de Sergio Ruzzier que reseñamos aquí, ni tampoco es la primera vez que menciono cuánto nos gustan sus libros en esta casa. Descubrí su libro Amandina mientras miraba más de cerca el catálogo de Neal Porter Books con anterioridad a Un día diferente para el Señor Amos y desde entonces he estado enamorada de sus cuentos, de sus personajes y de sus colores. 

Amandina y La Sala de las Maravillas (The Room of Wonders) tienen en común unos personajes con una una cierta persistencia melancólica que me seduce cada vez que los leo. Los dos abordan en última instancia el placer de hacer lo que uno disfruta haciendo. La Sala de las Maravillas es también una historia sobre comienzos y finales, sobre empezar de nuevo y sobre cómo la casualidad puede asentar mágicamente los cimientos de un propósito satisfactorio y disfrutable en la vida. 

El texto 
Pius Pelosi es una rata cambalachera que colecciona toda clase de artículos curiosos, como 'raíces retorcidas, ramitas interesantes, hojas, plumas y, en ocasiones, alguna piel abandonada por una serpiente', y los expone en los estantes de lo que él llama su Sala de las Maravillas. Visitantes de todas partes llegan a ver su colección y disfrutan escuchando a Pius contándoles todas las historias (algunas reales, otras ficcionales con ánimo de entretener) de cada uno de los objetos. Pero hay un artículo de la colección que les extraña a todos los que llegan: una piedrecita pequeña y gris, absolutamente normal, en un expositor de cristal muy fino en medio de la sala. "Hace daño a la vista. Estropea toda la colección. Deshazte de ella", le dicen.  

A pesar de que Pius le tiene mucho cariño a la piedrecita gris (fue el primer objeto que coleccionó), acaba por creer que deben de tener razón y lo arroja al río. Tan pronto como lo hace, le inunda una sensación de apatía y pesadumbre y no le encuentra ya ningún sentido a nada. Decide que su colección se ha vuelto una carga y regala todos los objetos, hasta quedarse sin nada. Ya con la sala vacía, Pius se tumba en el suelo, sintiéndose "tan vacío como los estantes" y pasa tres días con sus tres noches encerrado y abatido. Al cuarto día sale y ¿qué creéis que se encuentra a la vuelta de la esquina? ¡Una piedrecita gris! Y allá que va de nuevo, en busca de nuevas maravillas para una nueva colección. 

Las ilustraciones
Ruzzier usa tonos cálidos -terrosos y minerales- para crear un decorado teatral de un pueblo toscano sobre papel. Es un experto en hacer que unos personajes feuchos y algo alicaídos resulten irresistiblemente atractivos. Pius tiene unos ojos que te observan desde la página y te atrapan en una hondura emocional que pocos álbumes ilustrados -pocos libros, en definitiva- son capaces de retratar.  

Complementadas por un texto sencillo y contenido, con unas olas poéticas que te salpican con una periodicidad satisfactoriamente esporádica,  las ilustraciones de La Sala de las Maravillas crean un mundo y un estado de ánimo que te invitan a entrar y caminar por las calles con Pius Pelosi y sentir la piedra "suave y fresca" en nuestras manos, junto a él. 

Nos encantan los colores, nos encanta Pius, nos encantan los personajes secundarios, nos encanta el suelo de su Sala de las Maravillas, nos encantan los paisajes y nos encanta, encanta, encanta observar y reírnos de los artículos que hay sobre los estantes. Ah, ¿he mencionado que también nos encantan los maravillos marcos de cada ilustración (cada ilustración con un marco distinto)?   

Echa un vistazo a algunas de las ilustraciones de La Sala de las Maravillas (The Room of Wonders) y disfruta: 
¡Una llave! 

Recogiendo maravillas

Llegando a casa con nuevas maravillas

La Sala de las Maravillas. Haz clic en la imagen y echa un vistazo a los pies de la esquina inferior izquierda. Risas y más risas cada vez que lo leemos.  

Pius tiene una historia para cada artículo de su colección. Yo me muero por escucharlas. 

Pájaro rojo impaciente preguntando a Pius por la piedrecita gris tan normal,
mientras que un cerdo lo mira con desaprobación al fondo

Pius arroja su querida piedrecita gris al río. 

Cambio al blanco y negro para ilustrar el recuerdo de la alegría de encontrar
el primer artículo de la colección.  

Pius sobre el suelo, "tan vacío como los estantes"

Pius encantado con su nueva piedrecita. ¿Quién no lo estaría? 

Pius en busca de nuevas maravillas. 

Lectura en voz alta
The Room of Wonders es uno de esos libros que garantizan un "otra vez, otra vez" al finalizarlo por primera vez. El texto es suave y fluido para leer en voz alta, con muchas imágenes textuales que alimentan la imaginación y la conversación de los niños ("una piel abandonada por una serpiente", "trozos brillantes de vidrio, moldeados y pulidos por el mar", "una carta nunca entregada", "un soldado de plomo que había perdido su fusil"). 

Voy a citar directamente mi reseña de Amandina, porque siento que encaja perfectamente también con The Room of Wonders

[El libro] es una prueba de que aunque la rima, el ritmo y la posibilidad de poner voces tontas ayudan a la hora de leerle a los niños (hablo de niños muy pequeños), si la historia es lo suficientemente potente e intrigante y el personaje está desarrollado con fuerza a través de las ilustraciones, no son ni mucho menos requisitos necesarios para el disfrute de la lectura en voz alta con los más pequeños.  

The Room of Wonders, a la chita callando y con inteligencia, te introduce -seas niño o adulto- en su mundo evocador, en un sentido tanto emocional como intelectual. Es un libro para compartir, para señalar, para preguntar por qué y para maravillarse. También diría que es, de verdad, un libro para todas las edades. 

La Ruzziermanía se ha extendido de nuestra familia inmediata a la familia extendida y me gustaría compartir con vosotros un vídeo de mi hermana leyéndole The Room of Wonders a mi encantadora sobrina de dos años. Creo que es un ejemplo perfecto de cómo compartir libros con niños más pequeños: a relajarse y a disfrutar (¡tú también!).  

Otras cosas que nos gustan de The Room of Wonders
No lo sé con certeza pero estoy dispuesta a apostar que La Sala de las Maravillas es uno de esos libros que permanecen con uno durante la infancia y hasta la vida adulta. Habrá que preguntarle a mi hijo dentro de 20 años. 

Lo que sí sé, sin embargo, es que hay un determinado tipo de libro que no es disfrutable tan solo en un plano ficcional, sino que se desborda e inunda la vida real. Hace un par de semanas fui a dar un paseo con mi hijo a un parque cerca de casa y nos adentramos en una zona a la que nunca habíamos ido antes. Estaba muy emocionado porque estábamos entrando "en lo profundo del parque" y de repente dijo, sin sugerencia alguna por mi parte: "¿Jugamos a ser ratas cambalacheras? ¡Vamos a encontrar cosas para coleccionar!" Así que decidimos recoger muestras de cada planta o árbol que viéramos hasta tenerlos todos. ¿Quién es Pius?", le pregunté. ¡Pues yo, claro!, dijo contentísimo. 

¡Pius es el mejor! 

¡Pues ya lo veis! A la espera o con la esperanza de que alguien decida editarlo en español (yo cada vez que me encuentro a alguien lo procuro mencionar por si fuera alguien importante, con poder en estos asuntos) os tendréis que conformar con la grabación del cuento que aparece arriba (en inglés), y con mirar las maravillosas ilustraciones, también arriba.  

Podéis leer una entrevista excelente y muy reciente a Sergio Ruzzier, aquí. Podéis leer una entrevista algo más antigua, pero igualmente fantástica, aquí

(c) de todas las ilustraciones de este post, Sergio Ruzzier, 2006.  
(c) del texto, Ellen Duthie. Cópialo o reprodúcelo pero sé buena gente y cita tu fuente (autora y blog).  

Concurso de lectura en voz alta: Y tú, ¿cómo lo lees?

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(c) Maurice Sendak 1979
Poster "Reading is fun" (Leer es divertido) de Maurice Sendak, 1979 (Año Internacional del Niño)
Lo leemos así presenta....
Y tú, ¿cómo lo lees?, un concurso de lectura en voz alta 

Lo leemos así cumplió dos años el mes pasado y, para celebrarlo, hemos organizado un concurso de grabaciones de lecturas en voz alta con un premio de dos libros a elegir de los reseñados en este blog (no se incluyen los libros descatalogados; ver lista al final de este post).

Instrucciones: 
1. Elige uno de tus álbumes ilustrados favoritos
2. Practica su lectura en voz alta (si te hace falta). 
3. Grábalo o bien en vídeo o únicamente con sonido. 
4. Súbelo a un sitio como dropbox o soundcloud (o similar). 
5. Comparte el vínculo en un comentario en este mismo post y...
6. Envía un email a ytucomololees@gmail.com contándonos un poco sobre ti, con una foto si quieres y por qué elegiste ese libro. Por favor, no te olvides de incluir el vínculo a la grabación en el email también.  
7. Las grabaciones pueden ser en castellano o en inglés (si es en inglés, por favor, visita el blog gemelo de Lo leemos así en inglés, We Read it Like This, y participa a través del mismo). 
8. La grabación puede ser:
  • de un padre o madre o cuidador leyendo a un niño/a o a varios niños
  • de un docente leyendo a un niño/a o varios niños 
  • de un niño o niña leyendo a otro niño, a su padre/madre/abuelo/abuela... o a sus amigos del colegio.
9. Se pide emoción y entrega y no se penalizará en absoluto la interacción (¡ooh! ¡aaaah!).
10. La fecha límite para participar es el 31 de mayo de 2013. No se tendrán en consideración las grabaciones recibidas con posterioridad a esta fecha.  
11.  Se aceptan grabaciones de todo el mundo. La única restricción es el idioma: castellano (a través de Lo leemos así) o inglés (a través de We Read it Like This).  
12. No importa la edad.   
13. El ganador o ganadora recibira como premio un glamuroso post con la grabación premiada más 2 libros a elegir de los siguientes reseñados en Lo leemos asi:  
14. Los libros elegidos por el ganador o la ganadora se enviarán a la dirección proporcionada por ellos mismos por email tras la notificación del premio.  
15. ¡Buena suerte!
16. La decisión del ganador/ganadora será necesariamente subjetiva, e inapelable.  

Fallo del concurso "Y tú, ¿cómo lo lees?"

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Concurso de lectura en voz alta "Y tú, ¿cómo lo lees? 

Un mes para grabarlo. Muchas muestras de interés. Mucha intención de participar. Pero... ¿cuántos realmente lograron sacar tiempo para hacer la grabación? Y de esos, ¿cuántos consiguieron enviárnosla a tiempo?

En primer lugar nos quitamos el sombrero ante todos los participantes...
"Me quito el sombrero", de Diego Fournier

... y también ante todos los que lo intentaron pero no llegaron a tiempo. A estos últimos os recordamos que nos encanta recibir sorpresitas incluso en momentos donde no haya ningún concurso activo, así que podéis enviarnos vuestra grabación cuando queráis. Nos encantará que compartáis vuestras lecturas y formas de leer con nosotros.

Empecemos por el principio. Aquí van, en orden de recepción, las participaciones en el concurso. Estamos orgullosísimos de todos los participantes. No hay una sola grabación que no muestre con gracia y alegría algún aspecto del placer de la lectura en voz alta compartida. ¡Enhorabuena a todos!

Lectura de Tikki Tikki Tembo por la familia Knechtel-Piulestán

Quién: 
La familia alemano-española Knechtel-Piulestán, desde Munich (Alemania).

Qué leyeron: 
Tikki Tikki Tembo
Versión de Arlene Mosel e ilustrado por Blair Lent.
Publicación original: Holt, Rinehart and Winston, 1968.
En español: Traducción de Liwayway Alonso. Nueva York, Lectorum, 1994.

Escucha el audio: 
Haz clic aquí para escucharlo.

Esta primera grabación nos llegó de Munich. María, una madre española con dos hijos medio españoles, medio alemanes nos leen Tikki Tikki Tembo.

Presentación de los concursantes: 
"La grabación no tiene gran calidad porque la hemos hecho con el móvil y en la cama (ruido de sábanas, edredones y almohadas). La lectura la he realizado yo (la mamá) a mis dos hijos: Max, de 3 años y medio y Leo, de nueve meses antes de irse a dormir. Se ruega al jurado que tenga en cuenta que Max se ha encargado de decir el nombre completo de Tikki Tikki Tembo en muchas ocasiones durante la lectura y que Leo se ha portado como un campeón durante (casi) todo el tiempo, estando en silencio, a pesar de que lo que más deseaba era quitar a su hermano la linterna con la que iluminaba el libro en la oscuridad de la habitación. ¡Esperamos que os guste!"

Lo que más nos ha gustado: 
La puesta en escena que nos cuenta María no podía ser mejor: todos en la cama de una habitación en la oscuridad, con una pequeña linterna para iluminar el cuento. ¿Qué mejor forma de centrar la atención y de crear intimidad y sensación de aventura?

Nos han encantado las intervenciones de Max, pronunciando el nombre completo de Tikki Tikki Tembo perfectamente y con ritmo siempre que se ha presentado la oportunidad. Nos ha encantado la intervención fortuita de Leo cuando Chan se cae al pozo. Parece que dice '¡Oooooooooh!' acompañando su caída.

Nos ha gustado mucho cómo María ha logrado responder a las preguntas de Max sin perder el hilo y la fluidez de la historia y sobre todo, sobre todo, nos ha encantado la sensación de diversión y de disfrute de un cuento que intuimos conocen muy bien. ¡Enhorabuena a los tres y muchísimas gracias por participar!

Lectura de El pequeño conejo blanco por la profesora de 3 años de infantil del CEIP Randufe en Tui (Galicia, España) 


Quién:
La profesora, Bea Fernández del Valle, leyendo a su grupo de 3 años el día del Libro de este año.

Qué leyeron: 
El pequeño conejo blanco
Xosé Ballesteros Rey y Óscar Villán
Editorial Kalandraka, 1999. 








El vídeo: 



Presentación de los concursantes: 
Ahí va nuestro cuento: " El conejito blanco" Xosé Ballesteros Rey y Óscar Villán. Soy profe de Educación Infantil y este año tengo un grupo de niños y niñas 3 años, en el CEIP de Randufe, en Tui, Pontevedra. La verdad es que nos encantan los cuentos y todos todos los días leemos uno, o dos o tres, a lo largo de la mañana. ¡La hora del cuento es mágica! Sin duda uno de los mejores momentos de la jornada. Conocemos un montón y este es uno de nuestros preferidos. La grabación la hicimos el Día del Libro (23- 4- 2013) para colgarla en el blog de nuestra clase, no tiene mucha calidad y se escucha a los niños de fondo, pero bueno, no está mal. ¡Esperamos que os guste!

Lo que más nos ha gustado: 
Nos ha encantado presenciar la lectura de un cuento en un colegio público y que nos cuenten que esto forma parte de su rutina diaria y que leen varias veces al día nos pone de muy pero que muy buen humor.

Nos ha encantado ver las caras atentas de los niños, las risas cuando la profesora pone voces, y que acabe con una de las niñas pidiendo con urgencia "ahora el otro".

Nos ha gustado mucho percibir que para estos niños es  una costumbre escuchar cuentos, que para la profesora es una costumbre contarlos y que para ambas partes la costumbre resulta gustosa.

Enhorabuena a Bea, por contar a sus alumnos cuentos bien contados. Estamos muy orgullosos de que participe un colegio y un colegio tan activo en su uso de las nuevas tecnologías de forma integrada en la rutina diaria de la escuela.

Enhorabuena a todos esos niños que han actuado como si la cámara no estuviera y muchas muchas gracias por participar.

Lectura de Si tienes un papá mago por Susana García Santamarina
Quién: 
Susana García Santamarina, narradora y actriz.

Qué leyó: 
Si tienes un papá mago
De Gabriela Keselman, ilustrado por Avi.
SM, 1995.

Escucha el audio: 
Si tienes un papá mago

Presentación de la concursante: 
Hola, me llamo Susana y me encanta la narración. He grabado un audio de un cuento que me gusta mucho "Si tienes un papá mago". Me ha encantado el blog, seguro que lo voy a seguir y me servirá de gran ayuda para elegir los cuentos que voy narrando para los pequeños.

Lo que más nos ha gustado: 
Susana tiene una gran voz y sabe utilizarla muy bien. ¡Se percibe que no es nueva en esto!

Nos ha encantado el evidente gusto por la lectura en voz alta que se desprende de la grabación del cuento, la claridad de la narración, con todas sus pausas, sus cambios de entonación y de ritmo, todo al servicio de la comprensión auditiva del cuento.

Un audio cuento en toda regla, que seguro, muchos disfrutarán desde este blog. ¡Muchísimas gracias por participar en nuestro concurso y por compartir tu disfrute por la lectura con nosotros!


El pollito inesperado, leído por Sandra E. Caicedo-Robayo
Quién: 
Sandra E. Caicedo-Robayo, profesora universitaria en Bogotá (Colombia).

Qué leyó: 
El pollito inesperado
Louise Bienvenu-Brialmont
Acuarelas de Marcel Marlier
Barcelona, Juventud. 1957.




Escucha el audio: 
Presentación de la concursante: 
Mi nombre es Sandra E. Caicedo-Robayo y soy profesora universitaria en Bogotá, Colombia. Su blog me ha caído como anillo al dedo; aunque mis alumnos son universitarios de primer semestre, leer en voz alta con ellos, para ellos y desde ellos, ha incrementado su nivel de comprensión de lectura y, como los cuentos infantiles están llenos de puntuación, son excelentes para el propósito. Si todo va bien, quizá el otro año pueda agregar como factor de motivación para mi clase, su concurso!

Lo que más nos ha gustado:  
Sandra tiene una voz fantástica para narrar. Nos ha encantado lo que nos ha contado sobre su uso de la lectura en voz alta de cuentos infantiles con sus alumnos universitarios para incrementar el nivel de comprensión de lectura. ¡Qué iniciativa tan estupenda! Esperemos que si el concurso se vuelve a organizar el año que viene alguno de sus alumnos se animen.

El cuento está muy bien narrado, de forma clara, con las exclamaciones, los cambios de voz y de entonación justos para garantizar la comprensión auditiva y la atención del que lo oye. ¡Otro audio cuento que seguro que los seguidores del blog disfrutarán mucho escuchando! Muchísimas gracias por participar y por aportar una lectura de calidad al blog. ¡Enhorabuena!


De cómo nacieron las sirenas, leído por Lucrecia, de 8 años a su hermano Milo, de 2.

Lucrecia
Quién:
Lucrecia, de 8 años a su hermano de 2, desde Malargüe (Mendoza, Argentina).

Qué leyó: 
De cómo nacieron las sirenas
Griselda Castro
Ilustrado por Gustavo Roldán
Edebé, 2000.






Escucha el audio:
 

Presentación de los concursantes: 
Su madre Andrea nos cuenta: 
Mi hija Lucrecia de 8 años estaba leyendole a su hermano Milo de 2 años, uno de los primeros cuentos que le regalé cuando ella era chica, y uno de los pocos en los que su hermano se sienta a escucharla. A Lucrecia le gusta mucho la lectura por eso tiene una biblioteca repleta de libros en su cuarto. Somos de Malargüe, Provincia de Mendoza.


Lo que más nos ha gustado: 
Lucrecia transmite en la grabación un claro gusto por los cuentos y por la lectura en voz alta. Su lectura es clara y expresiva. Sus pausas en los sitios adecuados, su entonación y la musicalidad de su voz hacen que sea muy fácil y placentero seguir el cuento para los oyentes.

Nos han encantado las pequeñas intervenciones de Milo. ¿Puede que en algún momento diga "a ver" "a ver"? ¿O es imaginación nuestra?

La lectura entre hermanos nos parece una de las formas de lectura en voz alta más placenteras y que más marcan la vida lectora de ambos (el mayor y el pequeño). Dudamos que Milo olvide alguna vez estas lecturas de su hermana mayor y sospechamos que Lucrecia tampoco las olvidará.

Un verdadero gusto escucharlo. Enhorabuena, Lucrecia, por tu gran lectura. Estamos orgullosos del nivel de las participaciones en nuestro concurso.

Cocodrilo leído por Dani, de 3 años a su hermana pequeña Pau
Quién: 
Dani, de tres años le "lee" a su hermana Pau.

Qué leyó: 
Cocodrilo
Antonio Rubio y Óscar Villán
Kalandraka
Colección De la cuna a la luna











Vídeo (por alguna razón no me deja incoporarlo directamente):
https://vimeo.com/67375111

Presentación de los concursantes: 
Soy Ara, del blog La Colina de Puck. En casa también andamos enredando entre cuentos a diario. Dani de 3 años me sorprendió una mañana "leyéndole" a su hermana Pau un cuento sin saber leer. No ha sido fácil reproducirlo cámara en mano. Pau estaba más interesada en las piezas del puzzle y Dani tenía un poco de vergüenza, pero no queríamos dejar pasar la ocasión de sumarnos a este precioso concurso. 

Lo que más nos ha gustado: 
Lo que más nos ha gustado es lo requetebien que se lo está pasando Dani.

La lectura como juego, como interacción y como diversión no podría estar mejor representada.

Nos encanta también esta etapa de "leer" sin saber leer que suelen pasar los niños a los que se les expone a muchos libros. La sonrisa y la risa de Dani es contagiosa. Es imposible ver el vídeo sin sonreír.

Nos encanta cómo empieza con el libro puesto en la oreja a modo de teléfono. ¿Le estará soplando el texto?

¡Enhorabuena, Dani! ¡Nos ha encantado tu lectura!

La ovejita que vino a cenar, leído por la familia Martín Vegara


Quién: 
La familia Martín Vegara. Concretamente, Sergio (el padre), Carol (la hermana de 6 años) y Alba (la hermana de 4 años)

Qué leyeron: 
La ovejita que vino a cenar
Steve Smallman
Joelle Dreidemy
Beascoa, 2012

Escucha el audio: 
La ovejita que vino a cenar

Presentación de los concursantes: 
El cuento se llama La ovejita que vino a cenar, de Steve Smallman y Joelle Dreidemy. Creo que no esta completo por algún problema con el capturados de audio, ya que la grabación es larga. 
Tenemos el cuento hace unos seis meses y nos encanta porque ponemos voces al lobo y a la ovejita, y es una historia que rompe estereotipos ademas de ser muy tierna... Esperamos que os guste!! Carolina, Alba, Sergio y Ruth.

Lo que más nos ha gustado:  
Nos ha encantado la lectura de Sergio (la única, por cierto, que nos ha llegado de un hombre).

Nos ha chiflado la interacción, cómo se han turnado un poco para leer, cómo Alba le llama la atención a su hermana en medio de la lectura "Carol, ¡las uñas!", cómo han hecho los ruidos del estómago de la ovejita, cómo han olfateado todos, la demostración del beso y la pregunta de Carol de por qué se dice "muac" para el sonido del beso, y el ambiente sonoro cortesía de Alba: ¡Bum! ¡Laralalala! ¡Lalalaralaaa!

¡Qué gran pena que la grabación se cortó! Nosotros ya conocemos el cuento, porque lo hemos sacado un par de veces de la biblioteca, pero aún así, te quedas con ganas de escucharlo hasta el final.

Sobre todo, la grabación transmite diversión, complicidad por un buen conocimiento del cuento por parte de toda la familia, y un gusto por la lectura como una experiencia compartida.

¡Enhorabuena familia! ¡Nos ha encantado, de verdad!

Margarita, leído por la familia Torres Martín 
Quién: 
La familia Torres Martín, concretamente: Cristina (la madre), Alba (de 3 años) y Javi (de 5 años)

Qué leyeron: 
Margarita
Rubén Darío
Ilustraciones de Monika Doppert
Ekaré, 1979

Escucha el audio: 
Margarita, de Rubén Darío

Presentación de los concursantes: 
¡Hola! Somos Cristina (la madre), Javi (de 5 años) y Alba (de 3 años) y estamos leyendo el cuento de Margarita, de Rubén Darío. Es un cuento que tenemos desde hace algún tiempo y que hemos leído muchísimas veces. Es uno de nuestros libros preferidos. Nos encanta el texto y las ilustraciones y sobre todo, la combinación de ambas cosas. ¡Esperamos que disfrutéis de nuestra lectura-charla de Margarita!

Lo que más nos gustó: 

Nos ha encantado la lectura de la madre, Cristina, su actitud tan relajada ante las interrupciones y cómo logra dejar espacio a la conversación, tan extensa como requieren los niños en el momento, sin romper el momento del cuento. 

Nos encanta la participación de Alba y Javi, tanto cuando acaban las frases de su madre al leer, como cuando preguntan, acotan o comentan. Es estupenda esta conversación en medio del cuento: 
JAVI: Yo no corto estrellas.
CRISTINA: No, ¿sólo las miras?
JAVI: Sí, sólo las miro. u
ALBA: Mamá un día quiero cortar una estrella.
JAVI: No podemos.
CRISTINA: Tú crees que no?
ALBA: Sí con una tijera, así, navegando por el río, en una barca, a ver si cabemos todos. Le preguntamos a Papá vamos nosotros tres en la barca, a ver como cabemos los tres. Cogemos una tijera, una escalera, tic tic tic y para llegar el cielo.
JAVI: Oye, sabes que para llegar a la estrella no nos hace falta... para cuando lleguemos al cielo no nos hace falta nada más.
CRISTINA: No, ¿por qué?
JAVI: Porque flotamos. Y en el cielo flotamos, si no, los pájaros se irían para abajo, en vez de ir volando.
CRISTINA: Hombre los pájaros vuelan porque tienen unas alas estupendas que las mantienen en el aire y además ellas pesan muy poquito porque tienen los huesos huecos por dentro y pesan muy poquito.
JAVI: Pues el buitre también pero... oye, ¿por qué se llaman buitres?...
La grabación desprende placer por el momento de compartir la lectura, del inicio de aprender a leer, ("¿puedo leer yo un poquito, Mama?") 

Nos ha encantado el grito a viva voz de ¡MARGARITA! ¡MARGARITA!

También nos ha gustado mucho la elección del cuento. Esta edición del poema Margarita de Rubén Darío, ilustrada por Monika Doppert es absolutamente fantástica (podéis echar un vistazo más de cerca a este cuento en la web de Ekaré).

La grabación es también un ejemplo perfecto de lo fácil y natural que puede ser introducir a los niños a la poesía.

Transmite magníficamente una complicidad y una sensación de disfrute en torno a la lectura compartida.¡Enhorabuena familia! ¡Nos ha requete-encantado!




Y el ganador es...

Es un tópico, sí, pero ¡qué increíblemente difícil ha sido elegir un sólo ganador! El nivel de las participaciones y la variedad lo han dificultado aún más. Me hubiera gustado dar un premio por distintas categorías (dependiendo de si leía un adulto o un niño, por ejemplo). Pero no podía ser. Así que allá va:

El ganador es.... ¡tachán tachán!

La familia Torres Martín por su estupenda lectura-conversación de Margarita de Rubén Darío con ilustraciones de Monika Doppert, editado por Ekaré.

¡Enhorabuena, familia! Recibiréis un correo personalizado comunicándoos que habéis ganado, con instrucciones sobre cómo hacerme llegar los dos títulos que elijáis de la siguiente lista de libros (también podéis elegir un libro en inglés si lo preferís, que encontaréis en wereaditlikethis.blogspot.com):

Un día diferente para el Señor Amos
Cuidado con la rana
Se venden gorras
Yo quiero mi gorro
El paseo de Rosalía
La noche de los piratas
El tigre que vino a tomar el té
Las aventuras de un pez fantasioso
Vamos a cazar un oso
Donde viven los monstruos
¿Qué prefieres...?
El pez rojo 
¡A bañarse!
 ¿A qué sabe la luna?    

A todos los demás, muchísimas gracias por vuestra participación. Ha sido un lujo escucharos a todos.

Un abrazo y esperamos que os paséis por el blog de vez en cuando para ver qué nuevas reseñas vamos ofreciendo.

El equipo de Lo leemos así (Iain, Gustavo y Ellen).  

Hoy Sendak hubiera cumplido 85 años y estamos de fiesta!


Mejunjes culturales, literarios y lingüísticos: La extraña pareja del matrimonio Ahlberg y Federico García Lorca

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Each Peach Pear Plum
Janet y Allan Ahlberg
Publicado por primera vez en 1978
No está editado en castellano
Mientras escribo la próxima reseña para Lo leemos así (que será sobre uno de nuestros personajes preferidos en casa: el pequeño rey de Javier Sáez Castán), me viene a la cabeza una entrada de blog inclasificable, pero necesaria, desde el punto de vista de uno de los objetivos principales de este blog: hacer un archivo familiar de cómo leemos los libros que más nos gustan. En esta casa somos cultural, lingüistica y literariamente bilingües y por tanto cómo leemos lo que nos gusta está bastante influido y mediado por esta circunstancia.
Hay un libro en concreto que leímos a nuestro hijo desde que nació prácticamente (fue un regalo de sus abuelos maternos). Se trata del clásico Each Peach Pear Plum, del matrimonio Ahlberg (autores también de El cartero simpático o unas cartas especiales y del estupendo Peepo! -sin traducir-). Es un concepto muy sencillo, ejecutado con ese tipo de maestría que hace que nos parezca facilísimo. Es una rima enlazada, es un juego de "veo veo" y es un "encuentra a Wally", todo en uno. Aparecen personajes de cuentos (Pulgarcito, Cenicienta, los tres osos, Robin Hood, la bruja malvada) y de rimas tradicionales inglesas, primero escondidos (donde se nos invita a jugar al "veo, veo"), y luego al descubierto en la siguiente página. 

Pulgarcito "escondido"
Pulgarcito a la vista, y "Mother Hubbard" escondida 


Al final salen todos de su escondite -¡Tachán! y se zampan un pastel de ciruelas. Ñam ñam. 


Muy recomendable a partir de los pocos meses de edad y también para no nativos. Es una forma estupenda de familiarizarse con el ritmo y la musicalidad del inglés, además de conocer los personajes de muchas "nursery rhymes" tradicionales. La excusa perfecta para luego ir a buscar cada una de las rimas tradicionales donde aparecen los personajes. 

Para nosotros en concreto, recitar el texto (es facilísimo aprenderselo de memoria, porque la última frase de cada página es el comienzo de la siguiente) se ha convertido en una parte indispensable de la hora de dormir. Cuando hemos acabado de leer los cuentos, apagamos la luz y recitamos Each Peach Pear Plum. La reconfortante familiaridad de la rima garantizan que habrá un niño dormido antes de terminar el recital. Llevamos con este ritual al menos tres años y no tiene pinta de desaparecer pronto. 

Pero a lo que iba. Este post trataba de nuestro particular y naturalísimo mejunje lingüístico-cultural. Resulta que desde pequeño, yo le cantaba a mi hijo la Nana del caballo grande (de Bodas de Sangre, de Federico García Lorca, en versión adaptada como la canta Camarón, pero mucho más suavecito -y bastante peor-), probablemente porque era la única nana en español cuya letra me sabía. Y así, hemos acabado de noche, con este extrañísimo mejunje: La nana del caballo grande (de Lorca-Camarón) seguido sin pausa del recital de Each Peach Pear Plum. Tres años, tres, de esta extraña pareja. Y no me gustaría que la olvidáramos nunca:

Donde viven los caballos salvajes: "Esconde los ojos"

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The Art of Maurice Sendak, de Selma G Lanes (Abradale Press/Harry N. Abrams, Inc. 1980) es un libro fantástico para mirar pero incluso mejor para leer. Muy entretenido y repleto de conocimientos, detalles y análisis, es más que recomendable.

Pero esto no es una reseña del libro. Simplemente quería compartir una de las cosas más fascinantes que contiene. Cada vez que lo hojeo y me lo encuentro parece como si lo volviera a descubrir por primera vez. 


"La fantasía original para Donde viven los monstruos", nos cuenta Lanes, "se había puesto sobre papel en noviembre de 1955, cuando Sendak completó una maqueta alargada, delgada y horizontal con el título"Where the Wild Horses Are" (Donde viven los caballos salvajes). (Haz clic sobre cada una de las imágenes para verlas más grandes). 









Lanes también incluye el primer borrador de Sendak de un texto que se convertiría más tarde en Donde viven los monstruos
Una vez un niño preguntó dónde vivían los caballos salvajes.
Nadie podía decirle.
Así que se preguntó a sí mismo dónde vivían los caballos salvajes.
Y se respondió que tenían que vivir por aquí.
Por suerte para ir por aquí tenía que pasar por su habitación.
Encontró señales indicándole la dirección correcta.
Pronto su habitación se convirtió en la entrada a un bosque. La alfombra de su suelo era el camino con hierba que llevaba al bosque. El niño siguió el camino hasta llegar al medio del bosque y entonces se perdió.
Entró un jardín mágico aunque la señal decía "no entrar" y miró por el otro lado del árbol aunque la señal decía "no mirar". Pensó que quizás éste era el sitio donde vivían los caballos salvajes. Apareció alguien y dijo quédate conmigo, soy tu madre. Eso no puede ser, dijo el niño, no te pareces nada a mi madre y, además, mi madre me espera en casa.
Con un rugido, la madre de mentira se convirtió en un lobo terrible y persiguió al niño hasta salir del jardín mágico, cruzar el bosque...
En un momento el niño se convirtió en un viejo y asustó al lobo, que salió corriendo. Ahora soy un viejo, dijo el niño, y todavía no he llegado a donde viven los caballos salvajes. Y además, estoy cansado. 
Lanes cita a Sendak contando cómo los caballos se convirtieron en monstruos: 
"No me salía bien dibujar caballos. Y no sabía, durante muchísimo tiempo, qué usar en su lugar. Probé con muchos animales distintos en el título, pero sencillamente no quedaban bien. Finalmente di con things [cosas, criaturas]. Pero ¿qué aspecto tendrían estas "cosas"? Quería que mis wild things dieran miedo. ¿Pero por qué? Probablemente fue en este momento cuando recordé cómo odiaba a mis familiares de Brooklyn de muy pequeño. Venían casi todos los domingos. Mi madre siempre cocinaba para ellos y, según lo veía yo, se estaban zampando toda nuestra comida. Teníamos que vestirnos bien para estas tías, tíos y primos varios, y poníamos unas feísimas fundas de plástico sobre los muebles. En cuanto a los familiares en sí, recuerdo lo ineptos que eran para charlar con niños. Allí estaba uno, sentado en una silla de cocina, completamente indefenso, con todos a tu alrededor, pellizcándote los mofletes. O si no, se acercaban con sus horribles dientes y narices peludas y te amenazaban: "Eres tan mono que dan ganas de comerte". Y sabía que si mi madre no se daba prisa con la comida, probablemente lo harían. Así que, al menos a un nivel, se puede decir que los wild things [los monstruos] son familiares judíos." 
Anécdotas graciosas aparte, esta maqueta larga y cinematográfica y este borrador son una mirilla perfecta para entender más de cerca el proceso creativo que hay detrás de uno de los libro álbumes más cautivadores jamás publicados.  

Todas las imágenes y citas están tomadas de:
The Art of Maurice Sendak, by Selma G. Lanes. Abradale Press/Harry N. Abrams, Inc. 1980. 

El Pequeño Rey: "¡Viva!, ¡viva!, ¡viva!"

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El Pequeño Rey, General de Infantería, Ekaré 2009
El Pequeño Rey, Director de Orquesta, Ekaré 2010
El Pequeño Rey, Maestro Repostero, Ekaré 2013
Texto e ilustraciones: Javier Sáez Castán
   
Si no los conocéis, tomaos unos instantes para echar un vistazo a las portadas de los tres libros protagonizados por el personaje de El Pequeño Rey, o el abuelo-bebé -como a veces lo llama mi hijo-, de Javier Sáez Castán. Mirad bien sus expresiones, su disposición. Yo no sé vosotros, pero yo quiero saber más. Quiero asomarme y mirar; abrir la puerta y entrar.

En casa leemos muchos más libros en inglés que en español, por varios motivos. En parte para "compensar" el entorno hispanohablante y para que el idioma geográficamente desfavorecido tenga más oportunidades de prosperar, en parte porque en casa yo soy la que está más al tanto de la literatura infantil y conozco muchas más cosas en inglés que en español, pero también en parte porque me cuesta encontrar cosas que me entusiasmen. Me cuesta. Pues bien. Javier Sáez Castán me entusiasma. Su cabeza, o lo que creo percibir de su cabeza me provoca curiosidad, interés, me hace sonreír, reír, querer jugar y sobre todo, querer acompañarle a donde quiera llevarme en sus libros. Su personaje El Pequeño Rey es sin duda algo especial y la serie de tres libros en los que aparece merece, tanto individualmente como en conjunto, una celebración por todo lo alto.

Esa mirilla / linterna mágica que te invita a compartir una historia privada, a espiar el espectáculo de un niño en pleno juego, me tiene seducida, vaya. Pero no soy yo la única adolescente enamorada de la casa. Mi hijo es también fan incondicional y en cuanto proponemos leer algo en español, prácticamente el ochenta por ciento de las veces podemos estar seguros de que aparecerá con alguno de los tres libros de El Pequeño Rey con una extraña expresión de culpa en el rostro, como si le fuéramos a recriminar el hecho de que quiera leerlo una vez más.

¡Nos chifla!

Iré libro por libro, por orden de publicación (y de adquisición en nuestro caso), dando el argumento y reproduciendo algunas de nuestras imágenes favoritas de cada uno, para luego hacer un comentario general sobre la serie (¿o trilogía?) completa.

El Pequeño Rey, General de Infantería
Escucha cómo lo leemos aquí: 
El Pequeño Rey se topa con el primer miembro de su ejército:
una cochinilla concentradísima leyendo De Bello Gallico





"Una mañana, el Pequeño Rey se dio cuenta de que tenía los tres soldados rotos. Como la puerta estaba abierta, salió al jardín a buscar refuerzos...". Se va encontrando con una serie de bichos a los que va incorporando a su ejército. Después de repartir uniformes, practicar la marcha -un dos, un dos- y dar tres vivas -¡viva!, ¡viva!, ¡viva!- al Pequeño Rey, es hora de buscar un enemigo con el que luchar. Ven un par de candidatos que no convencen para nada a los bichos (un sapo al que que vemos en la imagen zampándose un bicho con alas y un topo al que vemos unos colmillos que ya quisieran muchos lobos), antes de divisar por fin al enemigo perfecto: una vaca que pastaba en el prado. Pero ocurre algo muy extraño: "cuanto más se acercaban, más crecía la vaca. ¿Sería un truco? ¿Un arma secreta tal vez?". Para contrarrestar el crecimiento de la vaca, el Pequeño Rey pone a los bichitos a comer hierba para que crezcan ellos también. Y entonces se lanzan al ataque. Todo va bien hasta que la vaca muge: "¡Muuuuuuuuuuuuuuuuu!", y salen todos huyendo a refugiarse en un cerro vecino, pero por el camino encuentran una boñiga seca del enemigo y la conquistan "en una rápida acción". Después del discurso de la victoria y tres vivas -¡viva!, ¡viva!, ¡viva!- vuelven a casa cantando himnos de infantería.

Lo que más nos gusta: la vaca creciente.

Aquí reproducimos algunas de nuestras imágenes preferidas de El Pequeño Rey, General de Infantería:
Al Pequeño Rey se le pone cara de dictador cuando los bichitos le ponen
difícil encontrar un enemigo con el que luchar. ¿Los va a atizar?
La vaca tramposa que crece a medida que se acercan tiene además un mugido temible.


Con la bandera bien anclada en la boñiga, al final hay hasta condecoraciones para los bichos. 


El Pequeño Rey, Director de Orquesta

"Una noche, el Pequeño Rey se dio cuenta de que no podía conciliar el sueño". Intenta ayudarse con el sonajero, pero se da cuenta de que necesita más músicos para su orquesta y "como la puerta estaba abierta, salió al jardín...". Se va encontrando con una serie de bichos músicos (un grillo-el solista-, unas cigarras -la sección de cuerda- y unos chicharrones). Con la orquesta ya formada, y el sonajero convertido en batuta,, todos gritaron "bravo, bravo" y se reparten las partituras, que los bichos se comen enseguida, bajo la amenaza de no recibir más si no "dan la matraca como es debido". Empieza el concierto -"¡Un.dos-tres-cuatro! ¡Un.dos-tres-cuatro!", hay otra serie de bravos y un desfile, antes de que por fin parece haber funcionado: el Pequeño Rey tiene sueño y los manda a cada uno a su agujero. Pero los bichitos están tan entusiasmados tocando que no oyen la nueva instrucción de su director y continúan tocando sin parar. Cri, cri,cri. Chrrrrr. Bzzzzzzzz. El Pequeño Rey se va enfadando cada vez más, les grita, pero no oyen nada y tocan cada vez más alto. Así que decide salir corriendo, esperando poder darles esquinazo y pasar la noche en el cerro vecino. Pero los bichitos no se separan de su director. Justo cuando el Pequeño Rey decide utilizar la batuta para atizarles hasta que se callen, les cae un rayo encima y empieza a tronar. Se abrazan todos, muertos de miedo... hasta que empiezan los aplausos de la lluvia. Plas plas plas. Y todos los bichitos gritan "bravo, bravo" y se vuelven a casa a dormir.

Lo que más nos gusta: La desesperación de El Pequeño Rey por que los bichos se callen de una vez. Mi hijo ha dicho más de una vez que esta parte le recuerda al cuento de Los grillos, en Sopa de Ratón de Arnold Lobel donde una ratona se vuelve loca mandando a callar a unos grillos que se toman sus gritos como ánimo para seguir y tocar más alto todavía.

Aquí reproducimos algunas de nuestras imágenes preferidas de El Pequeño Rey, Director de Orquesta: 
Arrancando el concierto. 


El Pequeño Rey huye desesperado. 

¿Para qué sirve una batuta?


Aplausos y más bravos
El Pequeño Rey, Maestro Repostero
Hartito de compota
"Una tarde, el Pequeño Rey se dio cuenta de que estaba harto de merendar siempre compota". Se puso su gorro de cocinero y "como la puerta estaba abierta, salió al jardín..." Allí va encontrándose algunos pinches que le ayudaran a cocinar su plato estrella: Mojiganga a la Petit Roi

Es la primera vez que los bichitos cocinan, pero las instrucciones del Pequeño Rey son claras: remover las melazas mientras él va a buscar otros ingredientes. En las siguientes páginas, entre brindis al Pequeño Rey -¡chin chin!, ¡chin chin!- los bichos pasarán de ser los pinches a formar parte de los ingredientes (los más alargados se convierten en croquetas; los más rechonchos en albóndigas), para finalmente convertirse (al principio para el gran horror de El Pequeño Rey, pero enseguida para su gloria de cocinero) en los comensales. Y todos volvieron a brindar y se fueron para casa a merendar. ¿Que qué va a merendar el Pequeño Rey? Pues compota, ¿qué iba a ser?

Lo que más nos gusta: El cambio de rol de los bichos. Nos gustan todos, pero especialmente gracioso es cuando pasan de pinches a ingredientes. Mi hijo me ha pedido que deje apuntado que éste es el único de los tres libros en el que la imagen de la portada no es la primera imagen del libro. Pregunta ¿por qué? (por si alguien sabe la respuesta).

Aquí reproducimos algunas de nuestras imágenes preferidas de El Pequeño Rey, Maestro Repostero: 

El Pequeño Rey desvela a sus pinches el nombre de la receta que van a preparar

Los pinches lo han removido muy bien



Azotando a los ingredientes gorrones

¿Vale que erais comensales? 

Qué nos gusta de los libros de El Pequeño Rey

Mi hijo tendría unos 2 años y medio aproximadamente cuando compramos El Pequeño Rey, General de Infantería (ya han pasado dos años). Desde la primera lectura, le fascinó este bebé con cara de abuelo, concretamente de su abuelo (¡mi suegro!). No sabemos cómo se lo tomó el suegro, pero mi hijo se lo mencionó varias veces en diversas ocasiones en las que vinieron a casa e incluso le pidió que se lo leyera, lo cual ya le parecía el colmo de la gracia.

Desde el principio también le gustaban mucho las palabras. Gorgojos, cochinillas y cucarachos, repetía, practicando la dicción. GOR-GO-JOS. Y por supuesto, los ¡vivas! de los bichitos al Pequeño Rey. Incluso hemos tenido discusiones en casa acerca de cómo deben cantarse los vivas. ¿Decimos "¡Viva el rey! ¡Viva el rey! ¡Viva el rey!", o es suficiente con decir "¡Viva!, ¡viva!, ¡viva!"? La respuesta de mi hijo es firme: tres "vivas" a secas y no se hable más.

Son tres libros fantásticos para leer en voz alta y pueden leerse desde edades muy tempranas. El diálogo, con las exhortaciones, los vivas, los bravos y los chin-chines, las cancioncitas, onomatopeyas, discursos, exaltaciones y repeticiones puntúan la lectura en voz alta, asegurando la atención de los oyentes y haciéndolo muy divertido de leer y de escuchar.

Nos encanta la circularidad de las historias, que empiezan y acaban en la casa, y que se refleja en los marcos redondos a modo de mirilla o peep show por el que se nos invita a espiar a este abuelo-bebé-Humpty-Dumpty en toda la gloria de la intimidad de su juego, manipulando su entorno a su antojo para el único fin de divertirse, entretenerse y contarse a sí mismo. 

Me encanta la narrativa de juego del Pequeño Rey -de los niños- mediante la cual construye, estira, dobla y derriba la realidad a su antojo para luego reconstruirla, con esa frescura y flexibilidad para reinterpretar la dirección según van aconteciendo las cosas. Pero me encanta sobre todo el paralelismo que se establece entre esa narrativa de juego de los niños y el propio trabajo del autor en el proceso de creación literaria. El Pequeño Rey va creando su historia o su narración sobre la marcha. Él va interpretando y reinterpretando para seguir con el juego y lo comparte con nosotros los lectores para que nosotros podamos seguir con el cuento. Hay una sensación de creación conjunta de la historia o, al menos, de ser partícipes de la creación del juego por parte de El Pequeño Rey, compartiéndose con el lector cada una de sus decisiones. Pero esta creación del juego es la de El Pequeño Rey (el niño que juega) y la de Javier Sáez Castán (el autor que juega) y el paralelismo entre ambas cosas es mágico. 

El Pequeño Rey es una oda a la casualidad afortunada como algo potencialmente dotado y dotador de sentido, como una fuerza directora tanto del juego como de la creación. 

Me encanta la idea de oportunidad casual: "como estaba la puerta abierta...", "como el portón estaba abierto"... , con la que Sáez Castán te invita, literalmente, a introducirte en el mundo creado de El Pequeño Rey. Es a la vez estar y observar. Es mirar y sentirse dentro. Es el libro como escenario, reforzada aún más por lo idéntico del decorado y de los actores... El Pequeño Rey te invita a pasar. Pasa pasa, te invito a que veas lo que vamos a representar hoy. Pero lo represento para mí, que es mi juego imaginativo, mi forma de vivir, casi, y lo represento para vosotros, que podéis ver mi juego (y el del autor) y disfrutar de mi creación y de mi jugueteo.

Nos encantan los tres libros cada uno individualmente, pero también el conjunto de los tres y las interrelaciones entre los tres. Hablo de mí, pero también de mi hijo.

Un ejemplo muy gráfico de lo que digo ocurrió justo hace un par de días. Llevo tiempo intentando sacar tiempo para hacer este post y por eso los tres libros han estado fuera en alguna mesa todos estos días. Pues bien. El otro día me encontré a mi hijo con los tres libros abiertos por la primera página, comparándolas atentamente. Alzó la vista y me dijo, "¿te has fijado en que empiezan igual?". Le contesté que efectivamente, era muy parecido. "En todos", me dijo, "el Pequeño Rey tiene un problema, pero son problemas diferentes". Asentí y fui a hacer otra cosa, pero me llamó e insistió en que me quedara. Pasó a la segunda página de cada uno de los libros. ¿Ves, Mamá? En todos decide salir por la puerta para solucionar su problema. Y en todos tiene suerte porque está la puerta abierta. Y en todos se encuentra con unos bichitos. Y siguió mirando los tres libros y viendo similitudes y diferencias, hasta llegar a los tres finales. "Son iguales pero son distintos", me dijo, bastante satisfecho de su descubrimiento. Y pensé que esa es una de las cosas tan fantásticas de El Pequeño Rey. Su delicioso y placentero juego ficcional es divertido en sí. Pero a la vez introduce a los lectores a los propios elementos de la creación literaria, convirtiéndolos en una parte fundamental del disfrute, también para los más pequeños. Los tres libros juntos permiten desentrañar de forma intuitiva y directa parte de los hilos y los cimientos de la creación literaria. En otras palabras, enseña lo increíblemente divertido y travieso que puede resultar crear. 


Hay mil cosas más que decir sobre los libros de El Pequeño Rey. Las ilustraciones están llenas de chistes y cosas a las que seguir la pista. En El Pequeño Rey, Director de Orquesta el sonajero se convierte en batuta y más tarde en paraguas. En El Pequeño Rey, Maestro Repostero hay todo un juego con la marca de las melazas (Fat Boy) con la cara de un niño que va cambiando durante el cuento y un saco de harina con un fantasma que desaparece. Cada vez que abres alguno de los libros, hay algo nuevo en lo que fijarse.


Mi hijo se reconoce mucho en El Pequeño Rey ("a él le gusta jugar con sus bichitos y a mí con mis muñequitos") y le encantan sus enfados y sus soluciones. Sobre todo, se ríe mucho. 


Por primera vez, en esta ocasión nos "lee" él el cuento: 


Por último, si tuviera que resumir por qué me gusta tanto el trabajo de Javier Sáez Castán en general  y en El Pequeño Rey en concreto, creo que elegiría la palabra contagioso. Contagia ganas de mirar, ganas de jugar, ganas de crear. Contagia diversión. Es lo que pasa cuando un autor se lo pasa pipa creando, que se "pega".

(c) de todas las ilustraciones de este post, Javier Sáez Castán y Ekaré, 2009, 2010, 2013.
(c) del texto, Ellen Duthie. Cópialo o reprodúcelo, pero sé buena gente e incluye la fuente (autora y blog).

El hueso prodigioso: "¡mi vida no ha hecho más que empezar!"

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El hueso prodigioso
Título original: The Amazing Bone
William Steig
Traducción de Daniel Santacruz
Farrar, Straus & Giroux, 1976
The Amazing Bone
Haz clic arriba para escuchar cómo leemos nosotros El hueso prodigioso (en inglés)

El texto
Un libro que consigue incluir no sólo como personaje sino como héroe a un huesecito se merece atención simplemente por osado. Pero claro, estamos hablando del mismo autor que tiene un cuento en el que el personaje principal se convierte en roca (sí, en roca) y se queda como roca durante una gran parte de la historia (Silvestre y la piedrecita mágica), el mismo autor que escribió un cuento sobre un conejo que es capaz de convertirse en un clavo oxidado cuando le viene en gana y que incluye esta pregunta repleta de congoja: "¿Los clavos mueren?"(Solomon the Rusty Nail), el tipo que escribió un cuento sobre un hombre que se convierte en perro y es incapaz de comunicarle a su mujer quién es en realidad (Caleb and Kate), el mismo que introdujo a jóvenes lectores al arte de la abreviación muchísimo antes de que se inventaran los SMS (CDB!) y el mismo que logra dibujar una escena pesadillesca donde la pesadilla radica en la asquerosa bondad de unos niños repugnantemente cariñosos (Shrek!).

Por eso, cuando la soñadora cerdita Perla, la encantadora caperucita rosa que aparece en la cubierta de arriba, decide tomarse el camino de vuelta a casa desde el colegio con tranquilidad, deteniéndose por el camino para ver a los mayores por el pueblo dedicándose labores de mayores, labores que algún día ella quizás haría', y luego se sienta sobre la hierba del bosque, medio camino hacia casa, para empaparse de la hermosa llegada de la primavera ('el cálido aire la rozaba con tanta ternura, que casi se sentía convertirse en flor') y dice en voz alta 'Me encanta todo', apenas nos sorprende que un hueso que yace por ahí cerca responda 'A mí también'. '¿Hablas?' le pregunta extrañada la cerdita. 'En cualquier idioma', le responde el pequeño hueso. 'Y puedo imitar cualquier sonido que exista'. Se caen estupendamente desde el principio y la cerdita decide adoptar al hueso y llevárselo a casa. Pero por el camino, les espera una banda de ladrones con máscaras de Halloween y un zorro que piensa haber encontrado en la cerdita su cena. Por fortuna, el hueso tiene también otros poderes que ni siquiera él mismo conocía. Uno se queda preguntándose cómo es posible combinar el humor, la ternura, la lealtad y la amistad con el absurdo, de forma tan tan tan natural. Este libro ganador del Caldecott Honor de 1977 es uno de nuestros grandes favoritos ahora mismo. En realidad, la mayoría de los libros de William Steig lo son. 


Como siempre, el lenguaje que usa Steig es espléndidamente rico y ni pizca temoroso de las 'palabras difíciles' ni de la prosa poética. (Si leéis inglés, podéis leer esta misma reseña en inglés, aquí, donde entro en más detalles). En varias reseñas de libros de Steig veo que hay lectores que dicen sentir la necesidad de simplificar el lenguaje cuando leen las historias en voz alta, especialmente a niños más pequeños. Un consejo: ¡no lo hagáis! ¡no lo hagáis! ¡no lo hagáis! Steig no sólo no tenía miedo de usar el lenguaje de forma interesante, era increíblemente bueno usando palabras 'difíciles' en contexto, de forma que incluso los niños más pequeños comprenden perfectamente bien lo que significan casi todas. Además, las 'palabras difíciles' que elige son muchas veces maravillosamente sonoras y los niños se sienten de inmediato atraídos por ellas y les encanta aprenderlas. En última instancia, 'miserable engendro odorífero' suena mucho más intrigante y gracioso como insulto que pobre zorro apestoso, sea cual sea tu edad.


Las ilustraciones
En El hueso prodigioso, las ilustraciones inmediatamente reconocibles de William Steig en pluma, tinta y acuarela nos presentan la llegada de la primavera en toda su gloria y en todo su optimista abandono, complementando las descripciones textuales. "La primavera estaba tan llena de luz y belleza... se sentía el vestido ligero como pétalos contra su piel.""La primavera verde centelleaba en la luz primaveral. Los sapos de árbol croaban. Es un día de esos maravillosos', dijo Perla, "donde ocurren cosas maravillosas - como encontrarme contigo.""¡Como encontrarme yo contigo!" replicó el hueso. Y comenzó a silbar una melodía para caminar que hacía la marcha muy agradable".
'Me encanta todo,' se oyó decir a sí misma. 'A mi también,' respondió una voz.
Perla se enderezó y miró a su alrededor. No había nadie.
'¿Dónde estás?' preguntó.
A Steig se le da también maravillosamente bien retratar y provocar emociones en sus lectores. Mirad abajo y sentid con Perla su miedo, su orgullo y su desesperación.
'No, no te doy el bolso,' dijo, sorprendida por su osadía.

'Un tallo decoraba su solapa, llevaba un bastón y sonreía para
que el mundo entero pudiera ver sus afilados dientes blancos. '. 

'Empujando a Perla para que avanzase, el zorro se dirigió a su guarida'. 

'Mi vida no ha hecho más que empezar', susurró Perla [...]. 'No quiero que acabe'.
'Lo sé,' dijo el hueso. 

'Siento tener que hacerte esto', dijo el zorro. 'No es nada personal'. 
Material pesadillesco donde lo haya, sí. Pero ahora mirad abajo y sentid la alegría explosiva de la reunión con los seres queridos. "¿Dónde demonios has estado?", preguntan los padres de Perla. "Estábamos que nos moríamos de preocupación". Y luego la absoluta felicidad de dormir a salvo en la calidez de su propia casa con la preciosa compañía de su amigo el hueso.
'Tan pronto como se abrió la puerta, estaba
en los brazos de su madre, y justo después, en los de su padre.  
'A veces el hueso dormía a Perla con una canción
o imitando una suave música de arpa'. 
Lectura en voz alta
Todos los libros de Steig son magníficos para leer en voz alta. La mayoría de sus textos son bastante más largos que la media de álbumes ilustrados que se producen en la actualidad, pero no son demasiados largos para leerlos en una sentada, incluso desde edades bastante tempranas.

En El hueso prodigioso, el turbulento paseo emocional por el que se lleva al lector/oyente garantiza que éste tenga el oído atento y la vista alerta por lo que pueda venir. Sentimos la alegría despreocupada de la primavera, luego el asombro ante el hueso mágico, el miedo a recibir un disparo y la euforia por haber escapado a la muerte, el miedo a que te coman, y el alivio final por escapar a la muerte por segunda vez en un día, seguido finalmente del consuelo de llegar a casa y a unos padres muy preocupados y acurrucarse a dormir con el nuevo amigo, el hueso.

Aparte del vocabulario, del que ya hemos hablado arriba, con todas esas palabras interesantes que sirven para captar la atención de los pequeños oyentes y también para procurarles unas risas, Steig también intercala preguntas interesantes y comentarios explícitos que tienden a no pasar desapercibidos cuando se leen sus libros en voz alta. Da a los niños cosas en las que pensar, todo el tiempo. Puede que piensen en ellas en ese momento o puede que se queden flotando por su mente para detenerse en ellas más tarde. Algunos ejemplos de El hueso prodigioso:

'Observó a los mayores por el pueblo dedicándose labores de mayores, labores que algún día ella quizás haría

"¿Cómo es que estornudas?", pregunta Perla, extrañada de que un hueso estornude. "No lo sé", responde el hueso. "No fui yo quien hizo el mundo".

Más tarde, el hueso le dice al zorro: "Tienes que dejar que esta hermosa y joven criatura siga viviendo. ¡No tiene vergüenza, señor! El zorro se rió. "¿Y por qué habría de avergonzarme? Yo no puedo evitar ser como soy. No fui yo quien hizo el mundo."

Mi hijo (4.5 años) se divierte señalando esta frase y comentando que el zorro dice la misma frase que el hueso había dicho antes y preguntándose por qué.


En la guarida del zorro, el hueso le susurra a Perla: "Sé cómo te sientes". 'Mi vida no ha hecho más que empezar', susurró Perla [...]. 'No quiero que acabe'. 


Otra cosa que tiene leer en voz alta El hueso prodigioso son las maravillosas palabras del hechizo que pronuncia el hueso para librarse del zorro: (en inglés) Yibbam! Yibbam sibbible! Jibrakken sibbible digray! Alabam chinook beboppit gebozzle! Y nuestra favorita: Scrabboonit!

Leer libros de Steig en voz alta garantiza risas, preocupación, maravillamiento ante la magia y lo sobrenatural y ausencia absoluta de menosprecio a la inteligencia infantil. ¡Y vaya que si lo aprecian!

Otras cosas que nos gustan de El hueso peligroso y Steig en general
En primer lugar, ¡nos encanta la idea de que un hueso pueda tener personalidad! Y además una personalidad claramente definida y cautivadora.

El primer libro de Steig que tuvimos fue Pedro es una pizza (un cuentecito maravilloso sobre un niño pizza y un padre pizzero que muestran cómo el juego puede ser una forma muy efectiva de salir del mal humor). Mi hijo tendría unos dos años cuando leímos Pedro es una pizza por primera vez y le cautivó desde el inicio. Luego llegó Shrek! que también le encantó, seguido de Silvestre y la piedrecita mágica que fue un rotundísimo éxito tanto con él como con nosotros. Este cuento de un burro que encuentra una piedrecita mágica, desea por equivocación convertirse en roca y se convierte efectivamente en una roca, fue el inicio de nuestra adicción a una serie de libros de Steig acerca de cosas que se convierten en otras y se ven atrapadas de tal modo que su identidad original pierde sentido y los propietarios de esa identidad original pierden la esperanza (ver Solomon and the Rusty NailCaleb and Katie). El hueso prodigioso es también 'uno de esos', aunque no haya transformación como tal en el libro. Me gusta que mi hijo sea capaz de identificarlo como 'uno de esos', como Gorky Rises, el cuento sobre una rana que prepara un líquido mágico que le hace volar y acaba con una roca conocida como Elephant Rock convirtiéndose en un elefante de verdad. Cuando leemos El hueso prodigioso,mi hijo muchas veces pregunta qué pensamos que el hueso era antes. Me encanta que reconozca y que haya desarrollado una lógica Steig en su cabeza.

Muchos de estos libros tienen muchas otras cosas en común. William Steig hace que sus personajes pasen verdaderas pesadillas, dolor y angustia, pero con frecuencia les recompensa con reuniones finales explosivamente felices. Aquí hay algunos de estos finales felices: 

Silvestre y la piedrecita mágica 

Silvestre y la piedrecita mágica, la familia al completo
acurrucada en el sofá tras pasar una experiencia algo dura.   

Solomon and the Rusty Nail

Irene la valiente

Caleb and Kate. ¡Qué gusto descubrir que el perro que acogiste
cuando tu marido desapareció en realidad era tu marido !

Caleb and Kate

Spinky ya no está enfadado, en Spinky Sulks
Spinky sentando sobre la rodilla de su padre.
En Spinky Sulks

Un tema recurrente relacionado con el anterior en muchos de los libros de Steig es la separación (bien debido a una imposibilidad física -como en el caso de Silvestre o el de Solomon en sus respectivas formas de roca y clavo - o como parte de una aventura de crecimiento -Zeke PippinGorky Rises o el propio El hueso prodigioso-. Me encanta el modo en que lo que en la mayoría de autores se reduciría a retratar el miedo por no estar con los padres, en Steig se convierte en algo con muchas más capas, donde el miedo se alterna con una fantasía de pensar que todo el mundo está desesperado, buscándote. Es un poco como el deseo de saber cómo reaccionaría todo el mundo si murieses, y tener la oportunidad de verlo. Reafirmar el amor que tus seres queridos sienten por ti.

En Spinky Sulks, "La familia de Spinky estaba preocupada. No aguantaban verlo tan desgraciado".

En Gorky Rises, se nos dice que "Los padres de Gorky habían estado toda la noche fuera buscando a su hijo. Habían llegado a un punto de preocupación tal, que estaban pensando en poner fin a sus vidas para acabar con su terrible tristeza."

En Caleb and Kate, "Kate echaba muchísimo de menos a su marido; no lograba entender por qué la había abandonado. ¡Y cómo deseaba Caleb poder hablar y explicárselo! Se echaba a sus pies, royendo un hueso, mientras ella cosía. A veces una lágrima le colgaba de las pestañas, o se ponía a mirar por la ventana y suspiraba, y Caleb le ponía las patas en la falda y le lamía su rostro triste."

En Solomon the Rusty Nail, Solomon piensa "Cómo deben de estar sufriendo sus pobres padres, sin saber qué era de él. ¡Qué tristes debían de estar sin su querido hijo!"

En Zeke Pippin, el cerdo protagonista tiene un sueño. "Estaban su pobre madre y padre, y su pobre hermano y hermana, todos llorando desconsoladamente, derramando lágrimas sobre su ropa y sobre la alfombra, preguntándose cómo iban a poder seguir viviendo sin su queridísimo Ezequiel. "Si no veo a mi angelito pronto", lloraba su madre, "¡me pegaré un tiro!".

En lectores infantiles, creo que muchas de las historias de Steig tienen un efecto equivalente a la fantasía adulta de ir a nuestro propio entierro y de comprobar y reconfortarse con el hecho de que todo el mundo te echa muchísimo de menos. Dar a los niños una idea de cuánto se les echaría de menos si desaparecieran es una fantasía reconfortante. "Nos moríamos de preocupación", dicen los padres de Perla. "¿De verdad? ¿De verdad estabais tan, tan preocupados?", casi oímos pensar a Perla.

¡Hay que leer a Steig!

(c) de todas las ilustraciones de este post, William Steig, 1976.
(c) del texto, Ellen Duthie. Cópialo o reprodúcelo, pero sé buena gente y cita la fuente (autora y blog).

Calidad variable: noches oscuras y tormentosas que aportan luz

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Se ha escrito mucho y de forma interesante sobre las bondades de la mala literatura [por ejemplo aquí] y no estoy a punto de lanzarme a escribir un ensayo al respecto, pero hoy he tenido ocasión de ver en la práctica un ejemplo de cómo puede ser bueno para los niños estar expuestos a literatura de calidad variable. Exponer a los niños a unos pocos libros malos entre las joyas que vas y compras y sueles priorizar en las bibliotecas puede ayudarles, entre otras cosas, a formar un criterio.

Cuando se menciona la "mala literatura" o, en este caso, la "mala literatura infantil", siempre hay quien salta con la pregunta de cómo se define eso, sugiriendo que pueda ser cuestión de gustos. No. Con mala literatura, me refiero a literatura cuyo autor o autora desconoce objetiva y evidentemente los principios básicos de construcción de historias, de creación de personajes y de narración. De literatura cuyo autor o autora ha dicho: '¿Escribir para niños? Eso es fácil. Yo puedo.' Hay mucha, mucha más de este tipo de literatura que de la buena, claro. Y lo que vengo a decir hoy es que no toda viene del todo mal (de vez en cuando).

En casa tenemos mucha suerte, porque leemos muchos libros muy buenos, muy divertidos, muy entretenidos y bien construidos. Pero recientemente tenemos otra fuente de libros ajena a la familia: la biblioteca escolar. He de decir que se trata de una biblioteca escolar con necesidad urgente de renovación de fondos, cuya última gran compra parece haberse hecho a finales de los setenta-principios de los ochenta (al menos se trata una de las eras más doradas de la edición infantil en España, así que tampoco nos podemos quejar).

El caso es que este fin de semana, hemos traído a casa el primer libro de la biblioteca escolar de este curso. No suelo escribir reseñas negativas, porque suelo pensar que la vida es demasiado corta y porque no está una en el mundo para denostar el trabajo de nadie. Pero en este caso, no sé si se puede llamar una reseña negativa, dada la consecuencia positiva de su lectura.

El libro -da igual el título- trata de un niño que prefiere estar en las nubes que jugar con amigos. Cierra los ojos y se deja transportar a las nubes y se lo pasa bien imaginando y soñando y construyendo castillos imaginarios. Un día aparece otro niño en las nubes y se hacen amigos. Pero entonces empieza a brillar el sol con mucha fuerza y van desapareciendo poco a poco las nubes. Los dos niños empiezan a pelear porque no hay suficiente sitio para los dos y el protagonista se escurre, para caer de nuevo en su habitación. Pasa el tiempo y el niño ya no quiere cerrar los ojos y subir a las nubes. Prefiere ir a la playa y construir castillos de arena. Un día en la playa aparece un niño que le pregunta si puede jugar con él. Se gira y es su amigo de las nubes. A partir de ese día juegan juntos siempre en la playa y lo prefieren a las nubes porque hay también otros niños para jugar.

Mi hijo suele estar predispuesto positivamente a cualquier libro (a no ser que haya algo en la portada que le apague instantáneamente el interés por cualquier motivo extraliterario). Este caso no fue ninguna excepción. ¿Me lo lees? Pues claro. Lo leímos una vez. ¿Te gusta? Le pregunté. Sí, me dijo. Me dijo que le gustaban las ilustraciones (en las que aparecían muchos animales hechos de nube). Y le hacía gracia que el niño cerrara los ojos y dejara volar su imaginación.

Esta mañana antes de ir al colegio, quiso leerlo una vez más. Pero esta vez su reacción fue muy distinta. Cuando lo acabamos, dijo: "Mamá, este libro es muy raro". Le pregunté por qué. "Porque los niños no dicen nada, ni piensan nada tampoco. No sé cómo son.""¿Su personalidad, te refieres?", le pregunté. "Eso, no sé nada de su personalidad. El escritor sólo nos dice que pasan algunas cosas."

Quiso leerlo una vez más. Esta vez preguntó por qué varias veces. "¿Por qué se pelean los niños?" Traté de contestarle, aunque su pregunta era una muy buena pregunta. Yo tampoco entendía por qué se peleaban los niños. Aun así traté de contestarle según la lógica de la autora del libro: "Pues el libro dice que porque no tienen tanto sitio, al ir desapareciendo las nubes". Pero mi hijo me miró y me dijo: "esa no es una razón muy buena. No sé lo que están pensando, así que no entiendo por qué se pelean."

Y ya era hora de irnos al cole, así que tuvimos que detener la conversación. Pero pensé que un niño de cuatro años acababa de detectar perfectamente las carencias del libro: Ausencia de personajes y falsas causas al servicio del avance de una narración con rumbo fijo hacia una metáfora forzada.

Claro que no lo podría haber detectado sin el bagaje de todos esos libros buenos que leemos todos los días, pero de repente, me pareció importante e interesante leer cosas regulares y cosas malas también. Me pareció importante exponer a los niños a calidades variables precisamente porque les ayuda a diferenciar una cosa de la otra.

La receta parece sencilla entonces: a leer, a leer y a leer un poco más. A leer mucho bueno y un poco malo también. Y a pensar sobre ello de vez en cuando.

Si funciona para un niño de cuatro años, también funcionará para profesores de infantil y primaria y personas que estén pensando en dedicarse a la literatura infantil.

No se puede recomendar literatura infantil sin haber leído mucha. No se puede escribir literatura infantil sin haber leído mucha. Mucha, mucha, mucha buena, y un poquito de la mala también.

(c) del texto: Ellen Duthie. Cópialo o reprodúcelo, pero sé buena gente y cita la fuente (autora y blog).

Neil Gaiman: Tenemos la obligación de leer en voz alta a nuestros hijos, de poner voces

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Neil Gaiman en la conferencia para The Reading Agency
Foto de Robin Mayes.
Después de mi última entrada sobre el posible interés de la calidad variable en la educación lectora de los niños, la autora del estupendo blog Playing by the Book dejó un comentario en el blog inglés, diciendo que mi post era muy oportuno, dada la conferencia que había pronunciado un día antes el escritor Neil Gaiman y su afirmación de que no tenía sentido hablar de "libros malos" para niños. En mi contestación, le digo que en realidad Gaiman sí sugiere que hay un tipo de libro malo. Los describe primero como "el equivalente del siglo 21  a la literatura “edificante” victoriana" y más tarde, indirectamente, cuando conmina a autores "a no predicar, no sermonear, no introducir a la fuerza por el gaznate de nuestros lectores moralejas y mensajes predigeridos, como los pájaros adultos alimentan a sus bebés con gusanos premasticados; y nunca, jamás, bajo ninguna circunstancia, escribir nada para niños que no quisiéramos leer nosotros mismos." Supongo que en mi post, yo iba un pasito más allá. Incluso esos libros victorianos disfrazados de modernos pueden, en momentos determinados y en niños determinados resultar interesantes (aunque probablemente no por el motivo que pretendía el autor o el adulto que eligió el libro). 

Lo cierto es hasta ahora no había tenido oportunidad de leerme con detenimiento la conferencia de Gaiman, pero al hacerlo, he querido traducirla, subtitularla y reproducirla aquí. Es una declaración de amor a las bibliotecas y a la lectura apasionada, perspicaz e inspiradoraPodéis seleccionar el idioma en la esquina inferior izquierda del vídeo. Abajo, el texto completo de la conferencia. Que la disfrutéis. 








Traducción del texto íntegro de la conferencia de Neil Gaiman pronunciada el 14 de octubre de 2013 en el Barbican (Londres), bajo el auspicio de The Reading Agency.
Traducción de Ellen Duthie para Lo leemos así.

Es importante que la gente te diga de qué lado está y por qué, y si cabe la posibilidad de que puedan ser parciales. Así que voy a empezar hablándoos de lectura. Os voy a contar que las bibliotecas son importantes. Voy a sugerir que leer obras de ficción, leer por placer, es una de las cosas más importantes que uno puede hacer. Voy a hacer una apasionada súplica para que las personas comprendan qué son las bibliotecas y qué son los bibliotecarios, y para que se conserven ambas cosas. Soy parcial, evidente y enormemente parcial: soy autor y, muchas veces, autor de ficción. Escribo para niños y para adultos. Desde hace unos 30 años me he estado ganando la vida mediante las palabras, principalmente inventándome cosas y escribiéndolas. Es obvio que es de mi interés que la gente lea, que lea ficción, que existan bibliotecas y bibliotecarios y que se ayude a infundir un amor por la lectura y por los lugares en los que puede darse la lectura.

Así que, como escritor que soy, soy parcial. Pero soy muchísimo, muchísimo más parcial como lector. Y como ciudadano británico, más parcial todavía. .
Y aquí me tenéis pronunciando esta conferencia esta noche, bajo el auspicio de The Reading Agency, una organización sin ánimo de lucro cuya misión es proporcionar a todo el mundo igualdad de oportunidades en la vida, ayudándoles a convertirse en lectores entusiastas y seguros de sí mismos. Es una organización que apoya programas de competencia lectora, bibliotecas e individuos y fomenta de forma clara y apasionada el acto de la lectura. Porque, según nos cuentan, cuando leemos, todo cambia.
Esta tarde voy a hablar sobre ese cambio y sobre el acto de la lectura. Quiero hablar de lo que hace la lectura. De para qué sirve.
Una vez, asistí a una charla en Nueva York sobre la construcción de cárceles privadas, una industria de gran proyección en América. El sector carcelario tiene que hacer previsiones para su futuro crecimiento: ¿cuántas celdas van a necesitar? ¿Cuántos prisioneros habrá dentro de 15 años? Y vieron que lo podían predecir con mucha facilidad, aplicando un algoritmo bastante sencillito, basado en la pregunta de cuántas personas de 10 y 11 años no sabían leer. (Y mucho menos leer por placer).
No es una relación sencilla. No podemos decir que una sociedad competente en lectura no tiene criminalidad. Pero las correlaciones son muy reales.
Y pienso que algunas de esas correlaciones, las más sencillas, provienen de algo muy sencillo. La gente con buen nivel de competencia lectora lee ficción.
La ficción tiene dos usos. En primer lugar, es una puerta abierta a la droga de la lectura. La fuerza motora de saber qué pasa a continuación, de querer pasar la página, la necesidad de seguir leyendo, aunque sea difícil, porque alguien está en apuros y tenemos que descubrir cómo va a acabar todo… ésa es una fuerza motora muy real. Y nos obliga a aprender palabras nuevas, pensar pensamientos nuevos y seguir adelante. Descubrir que la lectura es placentera en sí misma. Una vez que aprendemos eso, estamos de camino a leerlo todo. Y la lectura es la clave. Hace unos años se planteó brevemente la idea de que estamos viviendo en un mundo post-lector, donde la capacidad de dar sentido a la palabra escrita es de alguna forma redundante. Pero esos días pasaron: las palabras son más importantes que nunca; navegamos el mundo con palabras y a medida que el mundo se va trasladando a la Web, tenemos que seguir, comunicar y comprender lo que estamos leyendo. Las personas que no se entienden entre sí son incapaces de intercambiar ideas, no pueden comunicarse. Y los programas de traducción no llegan a tanto.
La forma más sencilla de asegurarnos de que criamos a niños competentes desde el punto de vista lector es enseñarles a leer y enseñarles que la lectura es una actividad placentera. Y esto quiere decir, en su fórmula más sencilla, encontrar libros de los que disfruten, darles acceso a estos libros y dejar que los lean.
No creo que exista tal cosa como un mal libro para niños. De vez en cuando aparecen modas entre los adultos, en las que se señala algún grupo de libros infantiles, un género quizás, o un autor, y se declaran libros malos, libros que los niños no deben leer. Lo he visto una y otra vez; Enid Blyton fue declarada mala autora; también RL Stine fue declarado malo, y muchos otros. Se ha llegado a decir que los comics fomentan la “analfabetización”.  
Esto es una chorrada. Es esnobismo y tontería. Ningún autor que guste a los niños y que los niños busquen es malo, porque cada niño es diferente. Una idea trillada y gastada no está trillada ni gastada para ellos. Es la primera vez que el niño se la encuentra. No desanimemos a los niños de la lectura porque sintamos que están leyendo “lo equivocado”. La ficción que no nos gusta es una ruta a otros libros que podamos preferir. Y no todo el mundo tiene el mismo gusto que uno mismo.

Un adulto bien intencionado puede destruir el amor por la lectura de un niño con mucha facilidad: no permitiéndoles leer lo que disfrutan; intentando darles libros “respetables” pero aburridos; el equivalente del siglo 21  a la literatura “edificante” victoriana. Acabaremos con una generación convencida de que leer es muy poco guay y, peor aún, de que leer resulta desagradable.
Necesitamos incorporar a nuestros niños a la “escalera lectora”: cualquier cosa de la que disfruten les permitirá ir subiendo peldaños hasta llegar a la competencia lectora.
La segunda cosa que hace la ficción es desarrollar la empatía. Cuando ves la tele o una película, ves cosas que ocurren a personas. La ficción en prosa es algo que se construye a partir de las letras del alfabeto y un puñado de signos de puntuación y nosotros, y sólo nosotros, usando nuestra imaginación, creamos un mundo y lo poblamos y vemos las cosas a través de otros ojos. Es una oportunidad para sentir cosas, visitar lugares y mundos que de otra forma puede que jamás conoceríamos. Aprendemos que todas las demás personas que hay por ahí afuera también son un “yo”. Somos otra persona y cuando volvemos a nuestro propio mundo, estamos un poco cambiados.
La empatía es una herramienta para formar grupos a partir de personas, para permitirnos funcionar como algo más que individuos obsesionados con nosotros mismos.
Cuando leemos, también descubrimos otra cosa que es de vital importancia para navegar por el mundo. Y es esto:
El mundo no tiene por qué ser así. Las cosas pueden ser distintas.
En 2007, asistí a la primera convención de ciencia ficción y fantasía aprobada por el Partido en la historia de China. En un momento, conseguí apartar a un alto oficial y preguntarle por la razón de esa desaprobación por ciencia ficción durante tanto tiempo. ¿Y qué había cambiado ahora?

Es sencillo, me dijo. Los chinos eran brillantes fabricando cosas si otras personas les traían los planos. Pero no innovaban y no inventaban. No imaginaban. Así que enviaron una delegación a Estados Unidos, a Apple, a Microsoft, a Google, e hicieron muchas preguntas a las personas que estaban allí inventando el futuro. Eran preguntas sobre ellos mismos y sus vidas. Y descubrieron que todos habían leído mucha ciencia ficción en su infancia y adolescencia.  
La ficción puede mostrarnos un mundo diferente. Puede llevarnos a un sitio a donde nunca hemos ido. Una vez hemos visitado otros mundos, como aquellos que han degustado las frutas de las hadas, nunca podemos estar del todo satisfechos con el mundo en el que crecimos. El descontento es bueno: las personas descontentas pueden modificar y mejorar sus mundos, dejarlos mejor, dejarlos distintos.
Ya que hablamos del tema, me gustaría decir un par de cosas sobre el escapismo. Es frecuente oír el término como si se tratara de algo malo. Como si la literatura “escapista” fuera un opiáceo barato al que recurren los confundidos, los tontos y los engañados, y que la única ficción que lo vale, tanto para adultos como para niños, es la ficción mimética, un espejo de lo peor del mundo en que se encuentra el lector.
Si estuviéramos atrapados en una situación imposible, con personas que nos quisieran mal, y alguien nos ofreciera un escape temporal, ¿acaso no aceptaríamos su oferta? Y la ficción escapista es justamente eso; ficción que abre una puerta, muestra la luz del sol del exterior, nos da un lugar al que ir en el que nosotros tenemos el control, estamos con personas con las que queremos estar (y los libros son lugares reales, no lo dudéis por un solo momento); y, lo que es más importante, durante ese escape, los libros también pueden darnos conocimientos acerca del mundo y de nuestra problemática, darnos herramientas, darnos armadura: cosas reales que podemos llevarnos con nosotros de vuelta a nuestra prisión. Destrezas, conocimientos y herramientas que podemos utilizar para escapar de verdad.
Como nos recordó JRR Tolkien, las únicas personas que vituperan la escapada son encarceladores.
Otra forma de destruir el amor de un niño por la lectura, claro está, es asegurarse de que no haya ningún libro de ningún tipo en ninguna parte. Y no darles ningún sitio para leer esos libros. Yo tuve suerte. Tenía una excelente biblioteca local en el lugar donde me crié. Tenía el tipo de padres a los que podía convencer para que me dejaran en la biblioteca de camino al trabajo durante las vacaciones de verano y el tipo de personal bibliotecario al que no importaba que un niño pequeño, sin acompañar, visitara la biblioteca infantil todas las mañanas y rebuscara en el catálogo para encontrar libros de fantasmas o magia o cohetes, buscando vampiros, detectives o brujas o maravillas. Y cuando acabé con la sección infantil, empecé con los libros para adultos.
Eran buenos bibliotecarios. Les gustaban los libros y les gustaba que se leyeran los libros. Me enseñaron cómo pedir libros de otras bibliotecas mediante préstamos  interbibliotecarios. No tenían ninguna actitud esnob acerca de lo que leía. Simplemente parecía gustarles que hubiera un niño con los ojos bien abiertos al que encantaba leer y me hablaban sobre los libros que leía, me buscaban otros libros de una misma serie; me ayudaban. Me trataban como otro lector – ni más ni menos- lo cual quiere decir que me trataban con respeto. No estaba acostumbrado a que me trataran con respecto a la edad de ocho años.
Pero las bibliotecas son sobre todo centros de libertad. Libertad para leer, libertad de ideas, libertad de comunicación. Son centros de educación (que no es un proceso que acabe el día en que salimos de la escuela o de la universidad), de entretenimiento, de espacios seguros y de acceso a información.
Me preocupa que aquí en el siglo 21, la gente no entienda bien qué son las bibliotecas y para qué sirven. Si percibimos una biblioteca como una estantería de libros, parece que pueda ser un concepto anticuado o desfasado en un mundo en el que la mayoría, pero no todos, de los libros en papel existen también en formato digital. Pero eso es no entender nada.
Creo que tiene que ver con la naturaleza de la información. La información tiene valor y la información correcta tiene un valor enorme. Durante toda la historia de la humanidad, hemos vivido en un tiempo de escasez de información y tener la información que se precisaba era siempre importante y siempre valioso: cuándo sembrar, dónde encontrar cosas, mapas, historias y cuentos. La información era algo valioso y los que la tenían o podían obtenerla podían cobrar por el servicio.
En los últimos años, hemos pasado de una economía escasa en información a una impulsada por un exceso de información. Según Eric Schmidt de Google, cada dos días la raza humana crea tanta información como los humanos habían creado desde el inicio de la civilización hasta el año 2003. Estamos hablando de cinco exobytes de datos al día, para aquellos a los que les guste contar. El reto al que nos enfrentamos ahora no es encontrar esa planta escasa que crece en el desierto, sino encontrar una planta específica que crece en una jungla. Vamos a necesitar ayuda para navegar esa información, para encontrar lo que realmente necesitamos.
Las bibliotecas son lugares a las que las personas acuden para encontrar información. Los libros son sólo la punta del iceberg de la información; allí están y las bibliotecas pueden darnos libros de forma gratuita y legal. Más niños que nunca están sacando libros de bibliotecas. Libros de todo tipo; en papel, en digital y en audio. Pero las bibliotecas también son, por ejemplo, lugares a los que personas que no tienen acceso a un ordenador, que quizás no tengan conexión a Internet, pueden ir para conectarse de forma gratuita. Esto es fundamental cuando el modo en que buscamos empleo, enviamos solicitudes de empleo o solicitamos ayudas sociales depende cada vez más de tener acceso a Internet. Los bibliotecarios pueden ayudar a las personas a navegar ese mundo.

No creo que todos los libros vayan a pasar a pantalla ni que deban hacerlo: como me comentó una vez Douglas Adams más de 20 años antes de que apareciera el Kindle, un libro físico es como un tiburón. Los tiburones son antiguos: había tiburones en el océano antes de que llegaran los dinosaurios. Y la razón por la que siguen habiendo tiburones es que los tiburones hacen mejor de tiburón que ningún otro animal. Los libros físicos son duros, difíciles de destruir, resistentes a la bañera, son gustosos al tacto: se les da bien ser libros; y siempre habrá un lugar para ellos. Las bibliotecas son su hogar, al igual que las bibliotecas ya se han convertido en lugares a los que acceder a libros electrónicos, audiolibros, DVDs y contenido Web.

Una biblioteca es un lugar que es un archivo de información y da a todos los ciudadanos acceso igualitario al mismo. Esto incluye información sobre salud e información sobre salud mental. Es un espacio comunitario. Es un lugar seguro, un refugio del mundo exterior. Es un lugar con bibliotecarios en su interior. Lo que deberíamos estar imaginando ahora es cómo serán las bibliotecas del futuro.
La competencia lectora es más importante que nunca, en este mundo de mensajes de texto y correos electrónicos, un mundo de información escrita. Necesitamos leer y escribir, necesitamos ciudadanos globales que estén cómodos leyendo, que comprendan lo que leen, que comprendan los matices y que se hagan comprender.
Las bibliotecas realmente son las puertas al futuro. Por eso no deja de ser desafortunado ver que en todo el mundo las autoridades locales aprovechan la más mínima oportunidad para cerrar bibliotecas como una forma fácil de ahorrar dinero, sin darse cuenta de que están robando al futuro para pagar por hoy. Se están cerrando unas puertas que deben permanecer abiertas.
Según un estudio reciente de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, Inglaterra es el “único país donde el grupo de edad más mayor tiene mayor competencia lectora y numérica que el grupo de menor edad, después de tener en cuenta otros factores como género, entorno socio-económico y tipo de ocupación".
O, para expresarlo de otro modo, nuestros hijos y nuestros nietos tienen menor competencia lectora y numérica que nosotros. Son menos capaces de navegar el mundo, de comprenderlo para resolver problemas. Se les puede mentir y engañar con mayor facilidad, serán menos capaces de cambiar el mundo en el que se encuentran, serán menos empleables. Todo esto.
Y como país, Inglaterra se quedará a la zaga de otras naciones desarrolladas porque carecerá de una fuerza de trabajo con las competencias necesarias.
Los libros son la forma en que nos comunicamos con los muertos. El modo en que aprendemos lecciones de aquellos que ya no están con nosotros, el modo en que la humanidad se ha desarrollado, ha progresado, y ha hecho que el conocimiento sea algo incremental en lugar de algo que debamos reaprender una y otra vez. Hay cuentos que son más antiguos que la mayoría de los países, cuentos que han perdurado más que las culturas y los edificios en los que se contaron por primera vez.
Creo que tenemos responsabilidades con respecto al futuro. Responsabilidades y obligaciones hacia los niños, hacia los adultos en los que se convertirán esos niños, hacia el mundo que habitarán. Todos nosotros – como lectores, como escritores y como ciudadanos – tenemos obligaciones. Voy a tratar de enumerar algunas de esas obligaciones aquí.
Creo que tenemos la obligación de leer por placer, en espacios privados y públicos. Si leemos por placer, si otros nos ven leyendo, aprendemos, ejercitamos nuestra imaginación. Mostramos a otros que leer es bueno.
Tenemos la obligación de apoyar a las bibliotecas. De usar las bibliotecas, de animar a otros a que usen las bibliotecas, de protestar por el cierre de bibliotecas. Si no valoramos las bibliotecas, no valoramos la información ni la cultura ni la sabiduría. Silenciamos las voces del pasado y perjudicamos el futuro.
Tenemos la obligación de leer en voz alta a nuestros hijos. Leerles cosas que disfruten. Leerles cuentos que a nosotros nos cansan ya. De poner voces, de hacerlos interesantes y de no dejar de leerles simplemente porque hayan aprendido a leer por sí mismos. De usar los momentos de lectura en voz alta como momentos para estrechar nuestra relación, como momentos cuando no estamos pendientes del móvil, cuando las distracciones del mundo se aparcan.
Tenemos la obligación de usar el lenguaje. De ir más allá: de descubrir qué significan las palabras y cómo usarlas, de comunicarnos con claridad, de expresar justo lo que queremos decir. No debemos tratar de congelar el lenguaje, pretender que sea una cosa muerta a la que reverenciar, sino que debemos usarlo como algo vivo, que fluye, que toma prestadas palabras, que permite que los significados y las pronunciaciones cambien con el paso del tiempo.
Los escritores – especialmente los escritores para niños, pero todos los escritores- tenemos una obligación hacia nuestros lectores; es la obligación de escribir cosas verdaderas, lo cual es especialmente importante cuando creamos historias de personas que no existen en lugares que nunca fueron. Debemos comprender que la verdad no es lo que ocurre sino lo que nos dice acerca de quiénes somos. La ficción es la mentira que cuenta la verdad, al fin y al cabo. Una de las mejores curas para el lector reacio, a fin de cuentas, es un cuento que no pueda dejar de leer. Y aunque debemos contar a nuestros lectores cosas verdaderas y darles armas y armadura y transmitirles la sabiduría que hayamos ido recopilando en nuestra corta estancia sobre este mundo verde, tenemos la obligación de no predicar, de no sermonear, de no introducir a la fuerza por el gaznate de nuestros lectores moralejas y mensajes predigeridos, como los pájaros adultos alimentan a sus bebés con gusanos premasticados; y tenemos la obligación de nunca, jamás, bajo ninguna circunstancia, escribir nada para niños que no quisiéramos leer nosotros mismos.
Tenemos la obligación de comprender y de reconocer que como escritores para niños estamos haciendo una labor importante, porque si la fastidiamos y escribimos libros aburridos que hacen que los niños salgan espantados de la experiencia lectora, habremos mermado nuestro propio futuro y reducido el suyo.
Todos nosotros – adultos y niños, escritores y lectores- tenemos la obligación de soñar despiertos. Tenemos la obligación de imaginar. Es fácil hacer como si nadie pudiera cambiar nada, como si estuviéramos en un mundo en el que la sociedad es tan enorme que el individuo es menos que nada: un átomo en una pared; un grano de arroz en un arrozal. Pero lo cierto es que los individuos cambian su mundo una y otra vez, los individuos hacen el futuro y lo hacen imaginando que las cosas pueden ser distintas.
Echad un vistazo a vuestro alrededor. Parad por un momento y mirar la habitación en la que os encontráis. Voy a señalar algo tan evidente que suele olvidarse. Es esto: todo lo que veis, incluidas las paredes, fue, en algún momento, imaginado. Alguien decidió que era más fácil sentarse en una silla que en el suelo e imagino la silla. Alguien tuvo que imaginar la manera de que yo pueda hablar con vosotros ahora mismo en Londres sin que nos llueva encima a todos. Esta habitación, y las cosas en ella, y todas las demás cosas en este edificio, esta ciudad, existen porque, una y otra vez, algunas personas imaginaron cosas.
Tenemos la obligación de hacer que las cosas sean bellas. De no dejar el mundo más feo de lo que nos lo encontramos, de no vaciar los océanos, de no dejar nuestros problemas para la siguiente generación. Tenemos la obligación de recoger nuestra basura y nuestro desorden, y de no dejar a nuestros hijos un mundo echado a perder, timado y mutilado.
Tenemos la obligación de decir a nuestros políticos lo que queremos, de votar en contra de políticos de cualquier partido que no entiendan el valor de la lectura en la formación de ciudadanos que valen la pena, que no quieran actuar para preservar y proteger el conocimiento y fomentar la competencia lectora. No es cuestión de política de partido. Es cuestión de humanidad común.
A Albert Einstein se le preguntó una vez cómo podíamos hacer más inteligentes a nuestros hijos. Su respuesta fue al mismo tiempo sencilla y sabia. “Si queréis que vuestros hijos sean inteligentes”, dijo, “leédles cuentos de hadas. Si queréis que sean más inteligentes, leédles más cuentos de hadas." Comprendía el valor de la lectura, de la imaginación.

Espero que podamos dar a nuestros niños y niñas un mundo en el que lean, en el que se les lea, en el que imaginen y en el que comprendan. 
Traducción del texto íntegro de la conferencia de Neil Gaiman pronunciada el 14 de octubre de 2013 en el Barbican (Londres), bajo el auspicio de The Reading Agency.
Traducción de Ellen Duthie para Lo leemos así.

El jardín de Abdul Gasazi, de Chris Van Allsburg. ¡Llamando, llamando a editores en busca de cosas pendientes de publicar en castellano!

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The Garden of Abdul Gasazi (El jardín de Abdul Gasazi), de Chris Van Allsburg
No hay edición en español.
Houghton Mifflin Company, 1979
Caldecott Honor Medal, 1980

Haz clic en la cubierta para escuchar cómo leemos nosotros The Garden of Abdul Gasazi (en inglés)


The Garden of Abdul Gasazi fue el primer libro que publicó Chris Van Allsburg (autor de los más conocidos, aunque quizás más como películas que como libros, Jumanji (versión en castellano de Fondo de Cultura Económica, 1995) y El expreso polar, (versión en castellano de Ekaré, 1988), entre otros muchos titulos. Es una inquietante aventura sobre la responsabilidad, el sentimiento de culpa, la magia y la realidad, que atrajo a mi hijo de inmediato y a su madre y a su padre más poquito a poco, pero también con intensidad.

El texto
Un día, la vecina del pequeño Alan Mitz, la señorita Hester, le pide un favor: hacer de canguro de su perro travieso, malo y no-para-quieto y sacarle de paseo por la tarde. Alan se toma su responsabilidad muy en serio y se pasa toda la mañana evitando heroicamente que Fritz le hinque los dientes a los muebles. El niño gana la batalla y al final los dos se quedan dormidos, agotados. Antes de rendirse al sueño, Alan se asegura muy bien de meterse el sombrero por debajo de la camisa para evitar que Fritz se lo coja y lo mordisquee.

Una hora más tarde, Fritz despierta a Alan de un bocado en la nariz, que el niño interpreta como señal de que debe ser la hora de su paseo. El perro sale corriendo, tirando de Alan. Al cabo de un rato, llegan a unas puertas, con una señal que dice: PERROS FUERA, NO DEBEN ENTRAR DE NINGUNA MANERA A ESTE JARDÍN, firmado ABDUL GASAZI, MAGO JUBILADO. Alan intenta pasar de largo, pero el perro se escurre de la correa y entra corriendo. Alan va corriendo detrás de Fritz, que se va adentrando más y más en el jardín, hasta que el niño le pierde de vista. Poco después llega a un claro, se asoma y ante sus ojos ve la impresionante casa del mago jubilado.

Nervioso, se acerca a la puerta y, antes de que haya tenido tiempo de llamar al timbre, Gasazi abre la puerta, le hace entrar y le dice 'Claro que te voy a devolver a tu pequeño Fritz', y le vuelve a llevar al exterior, hasta un grupo de patos. Uno de los patos se acerca. 'Aquí tienes a tu Fritz', dice Gasazi. ¡Llévate a tu ave y haz el favor de no volver'.

Alan está en un estado de shock y de confusión, pero cuando el pato trata de morderle la mano, piensa que al menos se ha llevado al pato correcto. Empieza a caminar hacia casa, preguntándose cómo va a explicarle todo a la señorita Hester, con la risa de Gasazi resonándole aún en los oídos, cuando de repente un golpe de viento se lleva su sombrero y el pato salo volando detrás... y vuela y vuela y sigue volando hasta que desaparece en la distancia.

El pobre Alan sigue caminado y pronto llega a la casa de la señorita Hester. Valiente, llama a la puerta y al abrirse, cuenta todo lo que ha pasado de un tirón. Pero entonces sale corriendo de la casa Fritz, con el morro lleno comida. Alan se siente tonto por haber sido tan inocente y promete que nunca le engañarán así otra vez.

Cuando se va, Fritz va corriendo hasta la señorita Hester y deja caer a sus pies el sombrero de Alan. "¡Qué malo eres! ¿Qué haces con el sombrero de Alan?", dice ella.

Las ilustraciones
Las ilustraciones en lápiz gris de Chris Van Allsburg en The Garden of Abdul Gasazi, casi obsesivamente detalladas, aportan una profundidad tridimensional a un texto ya de por sí encantadoramente atmosférico.

Aquí está Alan en el sofá y Fritz debajo del sofá, dormidos tras una agotadora mañana de correteo de un lado hacia otro:
Fíjate en el papel pintado y en la moqueta.
¡Cómo le gustan a Allsburg los diseñitos!




















Aquí está Alan, cayéndose por las escaleras y Fritz corriendo por delante 'ladrando de risa':
No se aprecia muy bien en la pantalla ni con esta resolución, pero la
hierba es absolutamente increíble. Me encanta el conejo a la derecha.






















Aquí está el mago Abdul Gasazi abriendo la puerta:
No sé tú, pero yo la piedra esa casi la toco y la siento.



















Esta es mi escena preferida. ¡Qué definición de personajes!
¿Cuántos diseñitos distintos identificas? 




















Y aquí esta Alan con Gasazi y el patito Fritz:
¿Y qué me dices del diseño de la bata de Gasazi?



















Merece mucho ver estas ilustraciones sobre papel (la editorial Houghton Mifflin es tan amable de ofrecérnoslas en un papel de la máxima calidad y se agradece).

Las ilustraciones están dispuestas de forma clásica, con una página para el texto y otra para la ilustración. El texto se sitúa dentro de un marco (con un diseñito de los suyos, ¡claro!):













Las ilustraciones tienen tanto detalle, que hay mucho que mirar. Hay un cuadro dentro de una de las ilustraciones (la primera ilustración de arriba, encima del sofá). El motivo del conejo blanco está presente no sólo en la ilustración donde el conejo observa la escena en la que Alan se cae por las escaleras; también aparece en la ilustración donde Gasazi le abre la puerta a Alan, en la que vemos dos conejos tallados en piedra en el marco de la puerta (por desgracia, en la imagen de arriba están cortadas). Pero el detalle más extraordinario de estas ilustraciones se encuentra en la representación de las texturas de todo: de la piedra, de la hierba, del cielo, de los tejidos, de las flores, de los cristales de las ventanas, de los troncos de los árboles.

Una de las cosas que más me llama la atención de las ilustraciones de The Garden of Abdul Gasazi es el papel que desempeña el cielo en la representación del paso del tiempo. Es casi como estar viendo las nubes moverse en uno de esos días de viento donde recorren veloces el cielo. A medida que progresa el día inicialmente soleado y claro, el cielo se va volviendo más oscuro, primero porque parece que va a llover, y luego porque empieza a atardecer.

A mi hijo le atrajo The Garden of Abdul Gasazi desde la primera vez que lo vio (tenía poco más de dos años cuando lo recibimos). Creo que una de las razones es que estas ilustraciones realmente parecen escenas en las que uno podría entrar. No sé qué es, pero la piedra es increíblemente sólida y los cojines del sofá son increíblemente mullidos. Puede que la formación inicial de Chris Van Allsburg como escultor explique algo acerca de cómo representa el volumen. De verdad que es asombroso.

Lectura en voz alta de The Garden of Abdul Gasazi

Lo primero que me llamó la atención de este libro fue la cantidad de texto que tiene para ser un álbum ilustrado. Mi reacción inmediata fue pensar que el texto podría ser más corto. Sin embargo, cuanto más lo leo más me alejo de esa postura (ver la sección "Qué nos gusta de The Garden of Abdul Gasazi" para leer más sobre esto). Es muy agradable leer cosas un poco más largas en voz alta (y a los niños, incluso a los más pequeños, les gusta también).

Así que es un tipo de libro de lectura más larga, tranquila. Leerlo en voz alta es también una experiencia diferente, un poco más como la lectura de un cuento corto. No tiene rima, no tiene repetición, no tiene los apoyaderos clásicos para la lectura en voz alta, y sin embargo ¡qué bien se lee! En este libro, creo que una de las cosas que ayuda a mantener la atención del oyente es el diálogo, que se utiliza poco pero de forma muy eficaz, un poco a modo de anclas a las que agarrarse. Esto, junto con las ilustraciones tremendamente atmosféricas (quizás tenga más texto que la mayoría de los álbumes ilustrados que se publican ahora pero desde luego que las ilustraciones son al menos la mitad de la historia), hace que capte con facilidad la atención de cualquier niño que esté de humor para embarcarse en una aventura misteriosa.

Siempre que lo leemos, mi hijo da un grito de emoción cuando Fritz le muerde la nariz a Alan, se muestra preocupado cuando el perro sale corriendo y entra en el jardín prohibido, se ríe de la idea de que un perro "ladre de risa" e intenta él emitir un ladrido de risa, se queda callado cuando Alan busca a Fritz, comparte la impresión de Alan ante la casa de Gasazi, vuelve a quedarse callado cuando aparece Gasazi, le fascina la idea de que Fritz pueda haberse convertido en pato, grita ¡No! cuando el pato Fritz sale volando con el sombrero de Alan y luego vuelve a callarse hasta el final, cuando riñe a Fritz con la señorita Hester "¡Qué malo eres!".

Qué nos gusta de The Garden of Abdul Gasazi

En primer lugar, es un título estupendo. El nombre de Abdul Gasazi te entra en la mente para no volver a salir nunca.

Me gusta que tenga bastante texto. Creo que la actual tendencia en álbumes ilustrados de 'no pasarse de las 500 palabras' no tiene razón de ser. Hay algunos álbumes ilustrados absolutamente maravillosos con menos de 500 palabras y hace falta tener un gran talento para escribirlos, pero no pasa nada tampoco si algunos tienen más palabras  -y el talento que hace falta para escribirlos no es menor-. Una de las cosas que este libro hace tan bien -desarrollar sus personajes- puede haber requerido esas palabras adicionales. Y menos mal que a Chris Van Allsburg se le permitió usarlas.

También me gusta mucho cómo aborda el sentido de la responsabilidad y el miedo a fracasar en una tarea de adultos (los padres de Alan no aparecen en la historia) y el hecho de que, hasta el final (cuando se nos dice que Alan se prometió a sí mismo que nadie le volvería a engañar de esa manera y se dijo a sí mismo que era demasiado mayor para creer en la magia), juega con la posibilidad de que la historia entera podría ser una pesadilla o incluso una mentira inventada por Alan para ocultar el hecho de que se quedó dormido y al despertar, se encontró con que Fritz había desaparecido.

Este es un libro de esos que mejoran con cada lectura.

P.S. Este es el único libro de Chris Van Allsburg que hemos leído. Acabo de descubrir que, al parecer, Fritz, el perrito de este libro, está escondido en todos sus libros. ¡Habrá que buscarlo!

(c) de todas las ilustraciones de este post, Chris Van Allsburg, 1979.

La casa encantada: ¡buen uso a los fantasmas!

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The Haunted House (La casa encantada), de Kazuno Kohara
Macmillan Children's Books, 2008
(Edición Reino Unido)
Editado en EE.UU. bajo el título Ghosts in the House, por Roaring Brook Press, también en 2008.
Incluido en la lista anual de los diez libros infantiles mejor ilustrados del New York Times en 2008.

Haz clic arriba para escuchar cómo leemos nosotros The Haunted House (en inglés).

The Haunted House fue uno de los muchos libros que sacamos prestados de la biblioteca del pueblecito de Anstruther en Fife (Escocia) durante nuestra estancia de dos semanas el pasado verano, y el único que sacamos dos veces a petición (insistente) de mi hijo. Es un cuento de fantasmas muy sencillo y ni siquiera mínimamente "de miedo", con un atractivo inmediato, gracias en gran parte a los grabados en linóleo, impactantes y distintivos de Kazuno Kohara.

Descrito por Gregory Cowles en el New York Times como 'insistentemente no-irónico', The Haunted House no puede ser, formalmente, más tradicional, pero el modo en que aborda los fantasmas y el miedo es novedoso y bastante divertido. 


El texto
Cuando una niña y su gato llegan con su maleta a la vieja casa al borde de la ciudad adonde van a mudarse, el lugar parece estupendo, pero pronto descubren un pequeño problema. 'La casa está ... (pasamos la página)... ¡ENCANTADA!' Pero este aparente contratiempo no es tal para nuestra heroína, que da la casualidad que es una bruja y su gato, un gato de bruja, y a los dos se les da realmente bien cazar fantasmas y domarlos de un modo un tanto particular. 

Enseguida se ponen manos a la obra, se enfundan sus elegantes conjuntos de bruja y gato de bruja y emprenden la caza de fantasmas. Los van metiendo todos en una cesta de la colada, los llevan a la lavadora, los lavan con un ciclo especial de suavizado de fantasmas y salen, listos para ser colgados para secar y luego asumir diversos papeles como cortinas, manteles y los dos últimos, ya al final del día y del cuento, como sábanas calentitas. Y vivieron felices y comieron perdices.  

Las ilustraciones 
Las ilustraciones de Kazuno Kohara son grabaciones en linóleo con mucha fuerza expresiva, en un rojo anaranjado intenso, un negro oscurísimo y un blanco traslúcido fantasmagórico intrigante (no lo puedo confirmar, pero veo que diversas fuentes afirman que el blanco traslúcido lo consigue Kohara con papel de arroz aplicado a modo de collage sobre el grabado). 

La historia se cuenta en su totalidad mediante las ilustraciones (el texto no añade nada a la historia en sí, más bien sirve de acompañamiento amable).  

Las ilustraciones realmente hablan por sí mismas:  
La niña y su gato llegando a la casa


¡Qué susto! (atención a la expresión del fantasma,
casi más aterrada que la de la niña o el gato).




Empieza la caza de fantasmas, con sus
atuendos de bruja y de gato de bruja puestos

¡Al menos uno de los fantasmas parece bastante
contento dentro de la lavadora!
La nueva función de los fantasmas, como cortinas
Vamos a comer algo en nuestro
mantelito fantasmagórico
Y siento mucho la malísima calidad de la última imagen, captada con mi móvil con la lente un poco mugrienta, pero es que nos encantan los conjuntos colgados en la pared, y en general la escena completa.

Sábana-fantasmas, niña y gato felices.
Lectura en voz alta de The Haunted House
 (en inglés)

Como he dicho en la sección de las Ilustraciones, el texto de The Haunted House es un acompañamiento al cuento contado a la perfección en la secuencia de imágenes. Así que una parte importante de la lectura en voz alta es señalar cosas en las ilustraciones.

Leer en voz alta este libro es tan sencillo que casi se lee solo, y es perfecto para prelectores que empiezan a jugar a leer en voz alta.

Tiene un "efecto especial" de lectura en voz alta, con el suspense creado mediante la frase cortada entre la primera doble página y la segunda: 'La casa estaba... ¡ENCANTADA!' (una forma muy muy sencilla pero muy muy eficaz de crear suspense para niños muy pequeños, y que hará que griten "¡encantada!" a partir de la segunda lectura).

Es otro cuento perfecto para leer antes de irse a  dormir, con todos yéndose a la cama y viviendo felices y comiendo perdices al final.

Qué nos gusta de The Haunted House
Somos muy muy fans de los conjuntos de bruja y de gato de bruja. Pero muy fans. Creo que es lo primero que señaló mi hijo.

Nos gusta mucho la idea de que lo que necesitan los fantasmas para dar un poco menos de miedo es un buen lavado y una función decente en la vida.

También nos gusta la idea de que lo que debemos hacer con nuestros temores es mirarlos a la cara, domarlos y no tomarlos demasiado en serio.

Mi hijo presta mucha atención al gato y a cómo ayuda a la bruja o cómo se asoma por encima de su hombro cuando ella está leyendo.

¿He dicho ya que nos encantan sus conjuntitos?

(c) de todas las ilustraciones de este post, Kazuno Kohara, 2008.

Amandina (o cómo una cucaracha aburrida salva el día)

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Amandina, de Sergio Ruzzier
Neal Porter Books
Roaring Brook Press, 2008
No se ha editado en castellano


Haz clic arriba para escuchar cómo leemos nosotros Amandina (en inglés).

Descubrí el libro Amandina echando un vistazo a qué había publicado Neal Porter Books, de Roaring Brook Press (Macmillan), en los últimos años. Será porque estoy en Europa y porque es bastante reciente la atención que presto a quién edita qué en libros infantiles, pero no había oído hablar de este sello antes de leer la versión en inglés de Un día diferente para el Señor Amos. Desde entonces, procuro estar siempre al acecho, pendiente de qué sacan para no perdérmelo.

La cubierta de Amandina te atrapa a la primera, con esa perrita sin pretensiones, de orejas alargadas y caídas y en general no demasiado agraciada, de pie sobre un escenario. Pero por dentro, las páginas hacen magia y convierten esa atracción e intriga inicial en una historia de amor en toda regla con esta perra tímida de múltiples talentos que protagoniza el espectáculo. Amandina es amor a primera vista que se refuerza con cada lectura.

El texto
Amandina es la historia de una perrita llamada Amandina Goldeneyes, con una lista de talentos increíble: baila, canta, actúa y hace acrobacias. Lo único es que, al ser tan tímida, nadie conoce sus talentos. Un día, mientras camina por el paseo marítimo, "como siempre, sola", Amandina decide poner fin a semejante tontería y montar por fin un espectáculo para darse a conocer. Alquila un viejo teatro destartalado, lo arregla ella sola, confecciona todo el vestuario, diseña los decorados y el attrezzo, pega carteles y envía invitaciones anunciando su gran espectáculo.

La víspera del gran día, Amandina sueña con un teatro repleto y con aplausos infinitos. Está perfectamente preparada para la gran ocasión, excepto para que se abran las cortinas y encontrarse con que nadie ha venido. Por un momento, se pregunta qué hacer, pero luego decide seguir adelante con lo previsto, aun sin público. Empieza con un prólogo fantasioso. Una cucaracha que anda por el teatro "sin planes para esa noche" ve el principio del magnífico espectáculo y queda prendado. Llama a todos sus amigos, que van llegando y se van sentando en silencio, asombrados por los talentos de la perrita, para presenciar el resto del espectáculo: una pantomima cómica, una versión abreviada de La bella y la bestia, un concierto de música, canciones y bailes folclóricos de todo el mundo, un número de magia y una increíble proeza acrobática como apoteosis final. Cuando Amandina levanta la cabeza después de hacer su reverencia final, y oye un estruendoso aplauso, es una perrita muy feliz.

Las ilustraciones
Las ilustraciones en pluma y tinta y acuarelas de Sergio Ruzzier destacan de inmediato por tener una fuerte personalidad propia y por ser marcadamente reconocibles. Utiliza los colores de forma bellísima, con una paleta cálida pero suave de verdes, azules, ocres, rojo rosado y naranjas que se va repitiendo y que con toda probabilidad parece más estridente en la pantalla que en el excelente papel del libro. Aun así, creo que la riqueza de las ilustraciones puede apreciarse en pantalla.

Voilà Amandina Goldeneyes en la primera escena (¿no es especialmente bonito ese verde?):
Y aquí está el viejo teatro que arregla ella solita:




















Aquí está Amandina cortando tela para su vestuario:
El teatro descorazonadoramente vacío:





















¡Echa un vistazo al "prólogo fantasioso"! (y al azul tan bonito de las cortinas)

Y esta versión abreviada de La bella y la bestia tiene muy buena pinta: 






















El concierto de musica:




















Cantes y bailes folclóricos:


¡Podría seguir reproduciéndolas todas! Cada ilustración de Amandina tiene algo especial, pero tendré que dejar algo para la imaginación. A mí personalmente me encanta la escena de la cucaracha sentada en un asiento recién salida de una raja en la tapicería. Y la última escena con todo el público aplaudiendo y Amandina con una flor triunfal es fantástica. Juzgad por vosotros mismos, pero creo que estaréis de acuerdo en que estas ilustraciones son muy especiales.

Lectura en voz alta
Amandina es una prueba de que aunque la rima, el ritmo y la posibilidad de poner voces tontas ayudan a la hora de leerle a los niños (hablo de niños muy pequeños), si la historia es lo suficientemente potente e intrigante y el personaje está desarrollado con fuerza a través de las ilustraciones, no son ni mucho menos requisitos necesarios para el disfrute de la lectura en voz alta con los más pequeños.

Claro que la musicalidad en inglés del nombre de la heroína, Amandina Goldeneyes, no está de más. Solamente con mencionarlo, mi hijo sonríe.

Pero la lectura de Amandina en voz alta es quizás más una cuestión de compartir las ilustraciones, señalando los detallitos y de dejarse cautivar por la propia perrita, un personaje muy bien desarrollado que atrajo a mi hijo desde el primer momento, desde que la vio en la cubierta.

A mi hijo (que ahora se acerca a los tres años) le encanta mirar y comentar todas las escenas donde Amandina está arreglando el teatro y preparando el espectáculo. "¿Qué está haciendo aquí?" "¿Y aquí?" "¿Y aquí?". Le encantan los animales de la escena del sueño, entre los que figuran un oso, un flamenco, un elefante, un león, un ciervo, un cocodrilo y un par de delfines. "¿Dónde está el agua?". Una de sus escenas favoritas es la de los pies aniñados de la perrita Amandina asomando por debajo de las cortinas del escenario. Pregunta "¿Qué ha pasado?" cuando ve el teatro vacío y se ríe cuando aparece la cucaracha. Y, claro está, le encanta participar en los gritos y aplausos del final.

Amandina es un libro tranquilo que merece una celebración escandalosa.

Otras cosas que nos gustan de Amandina
Amandina fue un éxito inmediato con todos nosotros, padres e hijo. Ahora diré algo acerca de por qué les gusta a los adultos de la casa, pero me lanzo a conjeturar la razón por la que mi hijo sintió una atracción tan inmediata por esta perrita: los ojos de Amandina no están simplemente humanizados, son inconfundiblemente ojos de niño/a en su expresión de incertidumbre, determinación, preocupación, concentración y disfrute. Estoy segura de que los niños captan esto a la primera.

A los adultos de la casa les gusta Amandina porque logra contar un cuento sobre el enfrentamiento a la timidez o a la inseguridad sin lanzar grandes mensajes y sin ser cursi. También nos gusta verlo como un himno a seguir haciendo lo que a uno le gusta o quiere hacer, incluso si nadie escucha ni presta atención. Nunca se sabe qué cucarachas pueden estar rondando por detrás del sofá.

Si lees inglés, puedes descubrir más acerca de Sergio Ruzzier en esta entrevista de 2008 realizada por Jules Danielson para el estupendo blog Seven Impossible Things Before Breakfast.


(c) de todas las ilustraciones de este post, Sergio Ruzzier, 2008.
(c) del texto, Ellen Duthie. Cópialo o reprodúcelo, pero sé buena gente e incluye la fuente (autora y blog).

¡Feliz 50 cumpleaños, Donde viven los monstruos!

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Ayer hizo 50 años desde que Maurice Sendak regaló a los niños de entonces, de hoy y de mañana un espejo de papel en el que adentrarse, asombrarse y ver retratado su mundo interior de conflicto entre frustración, rabia e incomprensión, por un lado, y la necesidad de dar cabida al formalmente inconsecuente pero emocional y moralmente necesario perdón mutuo, por otro.

Donde viven los monstruos es una oda a la fantasía como herramienta emocional e intelectual fundamental y a la literatura como viaje de evasión temporal que, lejos de llevarnos a evadir la realidad, nos deja con los pies más plantados en la tierra al depositarnos tras el vuelo.

Esta es la traducción del texto con el que, en su día, la editorial Harper & Row anunció la publicación del libro:
PDF tomado de http://www.philnel.com/2013/10/15/wildthings/
Este es el lugar donde viven los monstruos…

Si tienes más de ocho años, puede que no lo reconozcas, o que no lo recuerdes.

Pero en cuanto le muestres a cualquier niño un ejemplar de DONDE VIVEN LOS MONSTRUOS, descubrirás que Maurice Sendak, una vez más, en una historia con ilustraciones incomparables a todo color, ha vuelto a “dar forma a las fantasías de millones de niños.”

“Este alquimista de la imaginación de la infancia”, como se refirió a él recientemente el New York Times Book Review, “sabe que los niños viven en el asombro, un estado que les abre ostensiblemente a la alegría, al deseo y a un mundo repleto de posibilidades repentinas y terroríficas.”

Todos los niños se verán a sí mismos en Max, el héroe de DONDE VIVEN LOS MONSTRUOS, un niño vestido con un traje de lobo al que envían a su habitación por portarse “como un monstruo”. De repente las paredes se esfuman, se deja caer por ahí un océano y Max sale a navegar y a convertirse en rey de todos los monstruos: en el monstruo más monstruoso de todos.


Para compartir el deleite de tus hijos o de cualquier niño amigo que tengas, pídele a tu librero un ejemplar de DONDE VIVEN LOS MONSTRUOS. Pero apresúrate… la voz no tarda en correrse. 

[Por cierto, me encanta que la editorial se dirija a adultos con amigos niños]. 

Hace casi tres años, inauguramos este blog con una reseña precisamente de Donde viven los monstruos. Decíamos entonces que "Donde viven los monstruos, uno de nuestros favoritos indiscutibles, tiene un texto que desborda fantasía y que engancha con su tremendo ritmo, tiempo y musicalidad, junto con unas ilustraciones sensacionales en pluma, tinta y acuarela que te cautivan y te sumergen en el mundo de Max, haciendo que quieras levantarte de un salto y ponerte a bailar en la juerga monstruo cada vez que lo lees. Es un verdadero placer leerlo en voz alta". 

Mi hijo no tenía ni dos años, y entonces, la lectura en voz alta se centraba sobre todo en la tremenda fuerza sonora del texto. "Tiene un texto de esos que te salen solos por la boca desde la primera vez que lo lees.", decíamos. "Siendo un bebé muy pequeño, nuestro hijo parecía disfrutarlo, animándose con cada interjección y escuchando el suave runrún de la musicalidad de otras partes del texto (hablo siempre del texto en inglés). Las primeras partes que atrajeron su atención y le hicieron reír eran evidentemente las partes donde Max dice ¡QUIETOS! y ¡YA BASTA!", acompañados por expresiones faciales y movimientos de mano exageradamente autoritarios de sus padres, y, por supuesto, la juerga monstruo, para la que emitíamos interesantes ruidos de tambor, alargando la escena un poco más de lo normal. Para cuando ya había aprendido a pedirnos que le leyéramos ciertas partes de nuevo, le fascinaban los terribles rugidos, el crujir de los dientes, el movimiento de los ojos y la exhibición de las garras de los monstruos. ¡Otra! ¡Otra! nos decía. Y ¡Otra! ¡Otra!". 

Ahora, ya con cuatro años y medio, todos estos elementos siguen estando  muy presentes, pero es fascinante ver cómo se van completando las capas de comprensión y cómo va evolucionando su relación con el libro.  

Es ahora cuando más van apareciendo esas otras relaciones más vinculadas con esas sutiles apelaciones al inconsciente que tan bien domina Sendak. Es ahora cuando vemos Donde viven los monstruos como una combinación explosiva de juerga, superación de unas constricciones impuestas por el mundo adulto rara vez comprendidas desde la perspectiva del niño, y de desplazamiento continuo de la interpretación de los hechos para encontrar el equilibrio emocional sano entre la lucha por la voluntad e identidad propias y la necesidad de amar y sentirse amado.

¡Que cumplas mucho más, Donde viven los monstruos!

Aquí va nuestra grabación (en inglés) de Donde viven los monstruos con musiquita y todo.  

Más reseñas y lecturas de libros de Maurice Sendak en Lo leemos así:

Pippi Langstrum, un personaje que transgrede géneros

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Para mí, una de las indicaciones más claras de que un personaje de literatura infantil está bien construido es que los niños quieran "jugar" a ser ese personaje, que quieran llevarlo de la experiencia lectora a la experiencia del juego activo. "¿Jugamos a X?"

Siempre he sabido que Pippi Calzaslargas es un personaje fantástico, pero esta mañana mi hijo me ha demostrado que supera todos los baremos de "personaje bien construido". Logra incluso traspasar las barreras de género y que un niño, justo en una edad en la que se está formando su identidad de género y hace mucho tiempo ya que rechaza jugar a ser cualquier personaje femenino,  proponga una fría mañana de invierno camino del cole: "Mamá, ¿jugamos a Pippi? ¿Vale que yo era Pippi y tú Mr. Nilsson?" Y así hemos pasado la media hora de camino al colegio. Yo iba cambiando, a veces era Mr. Nilsson, a veces Tommy y a veces Annika, pero él fue Pippi de principio a fin.

Cuando un personaje es tan bueno, tan interesante,  su género es tan secundario como el color de pelo que pueda tener.

Esto se une a mi reflexión tras mi última sesión de filosofía con niños de 4 años en la que todos expresaron sus máximos deseos. Casi sin excepción (alguna hubo), todas las niñas querían convertirse en hadas o princesas y todos los niños querían que les regalaran un coche de Rayo McQueen. ¡Programada queda una sesión urgente sobre identidad de género!   

Y se me ha ocurrido qué quiero pedir por navidad:

A los editores de literatura infantil: resistíos a colaborar con la horrorosa "generización" de la infancia y buscad personajes buenos, interesantes, complejos, más allá de su género. No hay excusa. Lo otro es criminal.

A los libreros de literatura infantil: por favor, por favor, por favor, ni se os ocurra clasificar los libros por género, de forma más o menos explícita con la excusa de "el mercado". Tampoco tiene excusa y también es criminal.

A los padres y madres: analizad con un poco más de detenimiento la falsa excusa de que las niñas tienen una determinación genética a que les guste el rosa y los niños a que les guste conducir coches y competir. Dadle una oportunidad de centrarse en quiénes son de verdad y en qué quieren convertirse de verdad. Dadle oportunidades de ver personajes de su género y del género opuesto comportándose de formas no estereotipadas. Muchas oportunidades, muchas. Porque de los estereotipos ya andan lo suficientemente bombardeados.

Resumiendo, estas navidades me pido:

Una literatura con personajes interesantes, más allá de los estereotipos de género (bueno, puestos a pedir, más allá de los estereotipos y punto).  

Un mundo de personas interesantes, con personalidades interesantes, más allá de su género.

Eso pido yo para Navidad, pero es probable que me traigan carbón, lo sé.  

Melodías sobre papel: notas "ilustradas" sobre el ensayo de Sendak "The Shape of Music"

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Melodías sobre papel 
Notas "ilustradas" sobre el ensayo de Sendak The Shape of Music en el que analiza el papel de la música como inspiración para la composición y como herramienta para "avivar" las ilustraciones en libros infantiles. 

Caldecott & Co. Notes on Books & Pictures.
Maurice Sendak
Michael de Capua Books, Farrar, Straus and Giroux, 1988. 

Mientras voy preparando -muy lentamente- las próximas reseñas (dos de ellas de libros sobre personajes "salvajes": Wild de Emily Hughes y Mr Tiger Goes Wild de Peter Brown) y los próximos artículos (uno sobre la obra de Arnold Lobel) para este blog, seguimos encontrando libros maravillosos que vamos añadiendo a nuestra interminable lista de libros por reseñar. Esperemos que en las próximas semanas encontremos tiempo para ir poniéndonos al día. 

Mientras tanto, uno de los libros que he estado leyendo es Caldecott & Co., Notes on Books and Pictures, una colección estupenda de ensayos, reseñas, entrevistas y discursos de Maurice Sendak.

Cualquier persona interesada en la literatura infantil y en especial en la ilustración en literatura infantil no puede dejar de leer este libro, que es todo lo variado, todo lo fascinante y todo lo contagioso del entusiasmo y el placer de escribir/ilustrar que uno pudiera desear. Sendak era, además de uno de los mejores autores de literatura infantil de todos los tiempos, un excelente ensayista y contador de anécdotas.  

En The Shape of Music (La forma de la música), el primer texto y uno de los más notables de la colección, Sendak analiza el papel de la música como inspiración para la composición y como herramienta para despertar, avivar o animar las ilustraciones en libros infantiles. 

Partiendo de la convicción de que una de las cualidades esenciales de las ilustraciones para libros infantiles es la inyección de vida, la puesta en acción o la animación, Sendak nos ofrece un ensayo tan breve como magistral en el que explica e ilustra mediante ejemplos a qué exactamente se refiere con "avivar" en ilustración, y cómo puede funcionar la interrelación entre música y papel. 

Sendak explica que para los ilustradores, "avivar" (quicken en inglés) supone la labor, primero, de comprender la naturaleza de su texto y, después, de dar vida a esa comprensión en su propio medio: la ilustración. 
"No es difícil para un artista simular acción, pero es distinto 'avivar', crear una vida interior que toma el aliento de la percepción más profunda del artista." 
Y nos cuenta que para él la palabra "avivar" tiene otras asociaciones más subjetivas:    
"Sugiere algo más musical, algo rítmico e impulsivo. Sugiere un ritmo –de latidos de corazón, de música, del comienzo de un baile–. Esta asociación proclama la música como una fuente de la que mis propias ilustraciones cobran vida. Para mi “concebir musicalmente” significa despertar la vida del libro ilustrado."
Sendak nos habla de la música como fuerza de orientación: 
"Todas mis imágenes se crean con un fondo musical. Es frecuente que mi elección instintiva de compositor o forma musical en un día concreto tenga un efecto galvanizador que me hace consciente de a dónde me dirijo." 
Nos regala imágenes sobre su modo de trabajar con música: 
"Una de mis ocupaciones favoritas, hace ya algunos años, era sentarme delante de mi tocadiscos como si estuviera poseído por un dibuk y permitir que la música dirigiera en mí un tipo de dibujo automático, a modo de flujo de conciencia. A veces las imágenes resultantes eran meramente episodios coreografiados, figuras imaginadas bailando ballets imaginados. Más interesante para mí, y mucho mas útil para mi trabajo, son las fantasías infantiles reactivadas por la música y exploradas sin inhibición por la pluma."
Una de las apreciaciones más interesantes del ensayo es el de la banda sonora permanente y casi definitoria de la niñez.
"La música es una parte inseparable de mis memorias de niñez. La música era el acompañamiento inevitable, animador del juego imaginativo. Ninguna fantasía de la niñez era completa sin el sonido incansable, incesante de un tarareo improvisado, el alboroto de la composición musical inconsciente que creaba justamente el ambiente perfecto para la fantasía. Todos los niños parecen saber a qué suena el misterio, a qué suena cabalgar desbocadamente a través de las llanuras (acompañado de vigorosas palmadas en los muslos a modo de staccato), y a qué suena el lamento; y no tengo duda alguna de que este tipo de aportación musical aporta mayor riqueza a cada fantasía concreta. El repentino y espontaneo cantar y bailar parece ser una parte absolutamente natural e instintiva de la niñez. Quizás sea el medio a través del cual los niños mejor expresen lo inexpresable; la fantasía y el sentimiento yacen más profundos que las palabras – más allá de palabras al alcance de un niño – y ambos demandan una expresión más profunda, más biológica, la expresión primitiva de la música."
La música es un estímulo fundamental en el propio trabajo de Sendak, pero también, según observa, siempre encuentra un elemento musical en el trabajo de los artistas a los que admira. Son aquellos artistas que:  
"logran una auténtica viveza, la esencia del libro-álbum: un movimiento que nunca cesa y que los niños [...] reconocen y disfrutan como algo que les es familiar."
Y aquí Sendak nos da un pequeño tour de deliciosas melodías sobre papel, que merece mucho la pena compartir. He encontrado imágenes de casi todos los ejemplos de Sendak y los reproduzco a continuación, acompañados de traducciones de algunos de los comentarios que Sendak hace sobre cada uno de ellos. Que los disfrutéis: 

Ejemplo número 1: Maurice Boutet de Monvel, en sus ilustraciones de las fábulas de La Fontaine (Fables choisies pour les enfants): 
"Sus dibujos exquisitamente animados tienen vida interior propia, hasta un punto difícil de creer. Parece haberse explorado cada aspecto de carácter y cada gesto, y el resultado es una síntesis de movimiento que es un triunfo de animación. El continuo flujo por cada página es comparable con una línea melódica sostenida y matizada."

"El cordero de 'El lobo y la oveja' [...] "realiza, antes de encontrarse con su destino injusto, una secuencia de arabescos lineales, un baile de la muerte que transmite dolorosamente y amplía dramáticamente el significado sombrío de la fábula. Nuestra vista sigue de imagen en imagen el desarrollo ágil de la historia - el recogimiento fatalista, la silenciosa inevitabilidad de los movimientos del cordero, acabando en un gesto de cisne moribundo de resignación sin esperanza. Y luego la forma flácida, ya sin vida, colgando de la boca del lobo rabioso. Es casi imposible que no le mueva a uno la terrible conturbación de la interpretación de Monvel. Para mí, estos dibujos [...] son invenciones armónicas que acompañan, dan color y aportan nuevo significado [a la fábula de la Fontaine]." 


Ejemplo número 2. Ralph Caldecott (The Queen of Hearts y The Three Jovial Huntsmen).

"Las ilustraciones de The Queen of Hearts empiezan con bastante seriedad; introducen el tema de forma sencilla y directa. Luego empiezan las invenciones puramente caldecottianas, las variaciones que elaboran la nursery rhyme y la convierten en un clamor de complicaciones cómicas. Esto lo logra, no mediante dibujos de secuencias que fluyen en cada página, sino con escenas tremendamente animadas que corren de página a página." 
"El pico del crescendo, nos dice Sendak, está en la imagen a la derecha. Al fondo, Caldecott representa a la sota recibiendo azotes por parte del rey al compás de la música al son de la cual bailan con gracia la pareja en primer plano." 

Otro libro de Caldecott, The Three Jovial Hunstmen, cuya cubierta veis a la izquierda, es para Sendak "un verdadero festín de cante y baile, con sus idas y venidas sincopadas entre palabras e imágenes. Tiene un ritmo galopante que resulta irresistible." 












Ejemplo número 3. George Cruishank (ilustraciones de cuentos de Grimm).

Cuando Sendak habla de música, no se refiere simplemente a secuencia:
"La simpatía que siento entre lo visual y lo musical explica mi noción de que estoy componiendo imágenes para un texto, igual que un compositor compone música para un poema y he comprobado que contar una historia mediante imágenes secuenciales y relacionadas, me permite "componer" con seguridad y libertad. Sin embargo no equiparo el enfoque musical con los dibujos secuenciales." 



"Las ilustraciones de George Cruikshank para la primera edición en inglés de los cuentos de los hermanos Grimm pueden calificarse sin lugar a dudas como ilustraciones autónomas, que ocupan la página entera -justo lo opuesto de la secuencia animada y, en mi opinión, de todas las formas, la más difícil de avivar. Pero las ilustraciones de Cruikshank no tienen nada de inanimadas." 

 


Es interesante hacer una comparación con las ilustraciones de cuentos de Grimm que más tarde haría Sendak en 1973 en El enebro y otros cuentos de Grimm (editado en España por Lumen en 1994), en las que también aparecen ilustraciones autónomas, que ocupan la página entera y que, desde luego, también distan mucho de ser "inanimadas":


Ejemplo número 4. André François (Tom & Tabby)
"André François es un experto en conseguir vivacidad dentro de las ilustraciones a página completa. Sus vívidas composiciones de forma y tamaño en la página crean un sentido de la animación original y divertido. Sus ilustraciones para Tom and Tabby de John Symonds tienen enorme grandeza y sin embargo una infinitud de detalles que aportan vida" 


Ejemplo número 5: Tomi Ungerer (Flat Stanley)

"Tomi Ungerer, en sus ilustraciones para Flat Stanley de Jeff Brown,evita inteligentemente la imagen inerte a página completa. Resuelve el problema con una secuencia de movimiento, no dentro de cada página, sino de página a página. Su uso imaginativo del espacio y su hábil uso del color generan el feliz efecto de dibujos que bailan por el libro." 

Pueden verse algunas páginas de Flat Stanley aquí

Ejemplo número 6. William Blake (Canciones de inocencia y experiencia)
"Los pequeños libros ilustrados que William Blake hizo para niños se sitúan en otro plano por su incomparable ingenio. [...] Sus entrelazamientos de ornamento, ilustración y caligrafía animal el espíritu de los poemas y crean una visión trascendente de otros mundos. Y todo ello expresando con una economía que solo logran los maestros."
Un año después de escribir este ensayo, se publicaría Lullabyes and Night Songs, de Alec Wilder, editado por William Engvick e ilustrado por Sendak, en el que éste hace un homenaje en toda regla a las Canciones de inocencia y experiencia de Blake: 
Sus ilustraciones para Pierre, de Herman Melville, también son totalmente Blake-ianas y sin duda repletas de "música": 
También su libro póstumo es un homenaje a Blake. En My Brother's Book sin duda logra avivar esas estampas a página completa que tan difícil confiesa Sendak que resulta animar. 
My Brother's Book, 2013. Michael di Capua Books. 
Por último, (ejemplo número 7) Sendak habla de la analogía musical y de su relevancia con su propia obra. 

Open House for Butterflies, Ruth Krauss y Maurice Sendak, 1960
"En ningún sitio es más aparente que en mis ilustraciones para los libros de Ruth Krauss. Su preciosa y original poesía tiene una flexibilidad que me permitió el máximo espacio para ejecutar mis variaciones de fantasía sobre un tema Kraussiano y dedicarme a mi devoción por la materia de la música."
I'll be you and you be me, Ruth Krauss y Maurice Sendak, 1952
















Open House for Butterflies, Ruth Krauss y Maurice Sendak, 1960
A Hole is to Dig, Ruth Krauss y Maurice Sendak, 1952

Open House for Butterflies, Ruth Krauss y Maurice Sendak, 1960


















Para entender a qué se refiere Sendak con "avivar", ayuda mucho comparar las siguientes dos ilustraciones para el mismo texto de Ruth Krauss (Bears), la primera de Phyllis Rowland en 1948 y la segunda de Sendak en 2005: 

Ilustración de Bears, de Ruth Krauss, ilustrado por Rowland
Ilustración de Bears, de Ruth Krauss, ilustrado por Sendak

Podría decirse que las dos ilustraciones son "musicales", sí. Pero, yo no sé vosotros. Yo la segunda la oigo sin mediación de ningún símbolo, mientras que la primera me resulta más como un signo de que debe de haber música ya que los osos están bailando. Son dos cosas muy distintas. 

Este ensayo, The Shape of Music, está fechado en 1964, un año después de la publicación de Donde Viven los Monstruos, pero antes que muchísimas obras de Sendak de las que el juego musical sobre papel es una parte esencial. En el propio Donde Viven los Monstruos, las páginas de la "juerga monstruo" son un ejemplo claro de melodía sobre papel, pero también lo es cómo fluyen las imágenes de página en página y como el ritmo del texto y el ritmo de las imágenes juegan a armonía y a contrapunto de principio a fin. 

Aunque también menciona la música en el texto y el juego entre la melodía del texto y de la imagen, Sendak habla en este ensayo sobre todo de la música visual sobre el papel. Lo que yo creo que Sendak consiguió como nadie es entrelazar texto (lo auditivo) e imagen (lo visual) y crear composiciones tan perfectas que hipnotizan. 

Este es el caso de La Cocina de Noche, y de Outside Over There, y por supuesto, de su trabajo relacionado con las producciones de ballet y ópera en las que Sendak participó como diseñador, como director o como productor (El cascanueces, Brundibar, La Flauta Mágica, Hansel y Gretel). 

Mi regalo de Reyes este año será, Pincus and the Pig, uno de los últimos proyectos musicales de Sendak, una versión Klezmer del cuento musical para niños de Sergei Prokofiev. Pedro y el lobo, en la que Sendak es el narrador.

Pero más allá de los proyectos puramente musicales de Sendak (que merecerían un artículo aparte), el ensayo de Sendak me parece muy interesante desde el punto de vista del libro-álbum concretamente. Siempre se habla de la interrelación del texto y de la imagen en los libro-álbum, y de la extensión de la ilustración del texto y del texto de la ilustración, pero rara vez se habla de uno de los mejores "pegamentos" para esta interrelación y esta extensión: la música. 

En gran parte de la ilustración actual encuentro que falta la "música". ¿No sería interesante para los ilustradores que leen este blog que tomaran cada uno de los siete ejemplos que he extraído del ensayo de Sendak como una invitación a realizar un ejercicio de "melodía sobre papel"? Me encantaría ver el resultado de cualquiera que se animara. 

Este es sólo uno de los textos que contiene Caldecott & Co. Notes on Books & Pictures. Cada uno de ellos merecería otro post. 

Lee más sobre Sendak en este blog: 









(c) de las ilustraciones de este post, de sus respectivos propietarios. 
(c) del texto, Ellen Duthie. Cópialo o reprodúcelo, pero sé buena gente y cita la fuente (autora y blog).
Las citas han sido extraídas del libro Caldecott & Co. Notes on Books & Pictures de Maurice Sendak, Michael de Capua Books, Farrar, Straus and Giroux, 1988, y traducidas por mí. 


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